La Joventut Antoniana de Vila-real celebró ayer su fiesta principal (después de conmemorar el jueves, a lo grande, la festividad de su patrón, San Antonio de Padua) con una multitudinaria misa en la parroquia de los franciscanos y la posterior procesión, que recorrió buena parte de las calles céntricas de la ciudad. En concreto, los antonianos desfilaron con su imagen a hombros por los viales Betxí, Tremedal, Sant Antoni, Comte Albay, plaza de la Vila, plaza Major, Major Sant Doménec y Raval del Carme, para finalizar de nuevo en la iglesia y convento de los franciscanos, donde se ubica la sede de esta entidad.

Las celebraciones de ayer ponen punto y final a un amplio programa de actividades preparadas para festejar el centenario de su fundación, tal y como quedó reflejado en la placa que descubrió en la plazoleta de la parroquia el ministro de la provincia franciscana de la Inmaculada Concepción de España, que el pasado miércoles presidió los actos organizados por San Antonio.

ATENCIÓN SOCIAL // La función y el sentido de la Joventut Antoniana de Vila-real va más allá de lo meramente religioso, por cuanto no solo es una entidad de carácter devoto, sino que su vocación de atención a los más necesitados forma parte de su idiosincrasia desde el mismo momento en el que nació la organización.

Y es que, pese a que la cifra de familias a las que llega la solidaridad de los antonianos ha descendido considerablemente a causa de la ligera recuperación de la economía --de las 175 del 2012 se ha pasado al centenar actual--, la actividad no cesa, hasta el extremo de invertir en torno a 60.000 euros en la compra de alimentos para su reparto o la adquisición de pañales, leche y papillas infantiles para garantizar la nutrición de los más pequeños.

Además, la entidad también se hace cargo del pago de recibos de luz, agua y gas, gastos sanitarios o material escolar diverso.