La variedad de estilos y la diversidad de los espectadores congregados en diferentes escenarios de Vila-real marcó la última jornada del Festival Internacional de Teatre de Carrer (FITCarrer), un escaparate de las últimas propuestas en este campo, que logró reunir a una cifra aproximada de 20.000 espectadores, según indicaron a Mediterráneo fuentes de la organización. El director del encuentro, Pau Ayet, destacó «la calidad de las propuestas, tanto de compañías consagradas como de las actuaciones de las escuelas de teatro, que demuestra que contamos con excelentes recambios».

La programación matinal tuvo como epicentro la plaza Major, con una muestra del taller de creación y performance, seguida de la exhibición de los alumnos de Arte Dramático de València. Posteriormente fue el turno de La Troupe Malabó y su Oníricus, en un ágora con una enorme asistencia. La agenda de la tarde contó con grupos de Austria, León o Madrid, mientras que a las 22.30 horas arrancó la despedida con Produccions Scura y su recorrido itinerante con la plaza Major como punto final a la edición.

MOMENTOS / Ayet mencionó el elevado nivel de todas las representaciones, si bien el público «valoró especialmente las sesiones del sábado por la tarde-noche, como la danza del grupo Kukai, que tiene una nominación a los premios Max». Las acrobacias de la formación keniata The Black Blues Brothers también cosecharon una cálida aceptación, así como Aigua, a cargo de la compañía local NUC, y que fue contemplado en la noche del viernes.

A pesar de las inclemencias del tiempo, que obligaron a suspender alguna función en la jornada inaugural, el director incidió en el respaldo de los aficionados y la consolidación de un proyecto cultural, que en este 2018 tuvo como lema Teatre en llibertat, y que combinó la diversión para todas las edades con iniciativas basadas en la reivindicación.