El FitCarrer cerró anoche su 30ª edición en Vila-real con un balance excepcional, pues según la organización alcanzó los casi 21.000 espectadores en tres días de espectáculos.

Esta cifra supera las 18.000 personas del 2016, en una convocatoria en la que el tiempo ha respetado al festival pero en el que los numerosos actos que había, sobre todo en la tarde del sábado, hacían pensar en una participación menos masiva. De hecho, «muchas de las actuaciones del sábado coincidían con el partido del Villarreal CF, con carreras populares o con otras propuestas de carácter cultural», apuntó el director del evento, Pau Ayet, quien aseguró estar «más que satisfecho de haber superado la barrera de los 20.000 asistentes».

Asimismo, las elevadas temperaturas ayudaron a que muchos vecinos salieran a la calle a disfrutar de las actuaciones teatrales, después de la edición de 2016 marcada por la inestabilidad.

La elevada presencia de espectadores también redundó en el sector comercial y de restauración, especialmente el sábado y el domingo. «Muchas camas de la ciudad están cubiertas por las compañías, pues de las 22, 16 son de fuera de la Comunitat», indicó Ayet, que destacó la importante llegada de visitantes de otros municipios. De hecho, el sábado era prácticamente misión imposible cenar en bares cercanos de la nueva plaza del Llaurador y la Panderola, y los restaurantes del centro estaban llenos. En total, calculan que el impacto económico ronda los 170.000 euros.

NUEVOS ESCENARIOS // Otro de los elementos positivos fue la buena acogida por parte de los grupos de los escenarios noroeste de la localidad, que complementaron a puntos clásicos como la plaza Major o Sant Ferrán. «Repetiremos, pues son espacios diáfanos y que permiten dos espectáculos consecutivos», sentenció Ayet.

Ayer, uno de las obras con más público fue Olea, de la compañía vila-realense Visitants.