Temperaturas relativamente suaves para esta época del año, aunque la sensación de frío se incrementó por la importante humedad del ambiente, caracterizaron ayer una nueva edición de la Matxà, que cada año y desde hace casi medio siglo organiza la Congregació de Lluïsos en la víspera de la festividad de Sant Antoni.

Decenas de caballos con sus respectivos jinetes --algunos de ellos tirando de carros-- y cientos de mascotas, con sus propietarios, desfilaron por las calles de Vila-real en un evento en el que no faltó la tradicional foguera en la plaza Mossén Ballester, el lugar del que partió el multitudinario pasacalle --más de 3.500 personas contabilizaron los organizadores-- y desde donde se procedió a bendecir a los animales.

Las avenidas y calles Pius XII, Cardenal Tarancón, Raval del Carme, Major Sant Doménec, plazas Major y de la Vila, Major Sant Jaume, Pere III y, de nuevo, la Murà dieron forma al trayecto que realizaron los participantes en una cita en la que, a medio camino, no faltó el trago de mistela y los sabrosos y dulces rotllets de anís aportados por el Forn de Garrofa, que además fue el que elaboró los 4.000 rotllos que se repartieron al finalizar la Matxà.

Unos 40 integrantes de Lluïsos trabajaron toda la jornada para que todo saliera a la perfección.