Els Lluïsos de Vila-real realizan este fin de semana, en el albergue del Termet, una acampada en la que participan un total de 31 menores. Además de las habituales actividades para que los asistentes se diviertan y «lleguen cansados a la noche para que todos podamos descansar», la estancia también sirve para que los chavales aprendan a organizarse sus tareas y «sean lo más autónomos posible».

Son palabras del presidente de la congregación, Pau Safont, quien apunta que el campamento de invierno, mucho más corto en comparación con las dos semanas estivales de Aiguaviva, es una especie de laboratorio de pruebas. «Los monitores se encargan de la cocina, pero los menores son los que ponen y quitan la mesa, los que recogen sus habitaciones o los que se encargan de sus pertenencias», indica Safont. Para él, «que todos tengan claro cuál es su papel y sepan cuando es momento de divertirse y de ponerse un poco serios es clave para el desarrollo de esta iniciativa».

AUTONOMÍA // Se trata de una actitud, la de la corresponsabilidad de los niños, que Lluïsos «intenta que impregne todo lo que hacemos durante el ejercicio».

Pero, claro, no todo es trabajar. Al contrario pues, al final, la diversión siempre es la gran protagonista. Desde que llegaron, el viernes por la tarde, los más de 30 asistentes han alternado actividades físicas, como yincanas o una olimpiada, con otras más vinculadas a las habilidades lingüísticas, la creatividad o un concurso al más puro estilo del programa Furor, en el que ellas y ellos compitieron realizando pruebas musicales, de habilidad y respondiendo preguntas de cultura general.

Aunque muchos de los asistentes ya conocían la congregación, otros son nuevos, puesto que, según Safont, «muchos padres apuntan a los menores a este campamento de fin de semana para comprobar si se adaptan bien al grupo y pueden participar en el de Aiguaviva». La respuesta la tendrán hoy a mediodía, cuando acaba la estancia en el Termet.