La comunidad de feligreses de la parroquia de Santa Sofía de Vila-real vivió ayer la jornada central de sus bodas de oro. Una celebración, la de los 50 años desde su creación, que contó con la participación de numerosas autoridades, tanto eclesiásticas como municipales, así como representantes de movimientos religiosos locales.

Y hablar de Santa Sofía es hablar de mosén Guillermo. Un apasionado de su iglesia «que siempre es lo primero», afirma, y reconocido seguidor del Villarreal CF. «La parroquia nació el 27 de noviembre de 1966», dice el mosén, uno de los más apreciados en la ciudad, que relata que «hacía un año que estaba en Vila-real, enviado por el obispo, oficialmente como vicario de la arciprestal pero con el encargo de crear una parroquia en esa zona». Y en un año nació el nuevo templo, «que siempre ha tenido mucho movimiento». De hecho, a su amparo se creó el colegio Bisbe Pont y varias cooperativas de viviendas. Y durante 26 años promovió, contra viento y marea, una auténtica lucha contra la drogadicción y la exclusión social que provoca.

Una eucaristia presidida por el obispo de la diócesis, Casimiro López Llorente, fue el primero de los actos organizados ayer, en el que no faltó una amplia representación del Ayuntamiento, encabezada por el alcalde, José Benlloch.

Fue una misa especial que contó con una ofrenda a cargo de los feligreses, entre los que estaba la más mayor, Gregoria, de 80 años; y la más joven, la pequeña María, con solo ocho meses. Y también se escuchó el himno que las integrantes del coro parroquial han compuesto expresamente para este evento.

Acabada la eucaristía, unas 300 personas participaron en una comida de hermandad en la que se sirvieron unos entrantes, un plato principal y una bandeja de postres. Además, realizaron la rifa de decenas de regalos entre los asistentes.

La jornada se suma a una larga serie de actividades organizadas por la comunidad durante las últimas semanas para celebrar la efemérides, como el concierto de la Coral Sant Jaume.