La de ayer fue una jornada para la historia para la Asociación de Hijas de María del Rosario. Fue la fiesta principal de la entidad, conocida popularmente como Festa de les Fadrines, con la que se abrieron los actos conmemorativos de la conversión en asociación, en el año 1820, de la cofradía nacida en 1630. De hecho, este colectivo social y religioso que preside Anna Eixea prepara una serie de eventos para conmemorar esta peculiar efeméride.

El día arrancó a las 10.30 horas con la tradicional eucaristía en la que se interpretó la Missa del Roser, obra del maestro Lluís Romeu, y en la que ejerció de predicador fray Vicente Botella, decano de la facultad de Teología San Vicente Ferrer, de València.

Con todo, uno de los acontecimientos cumbre de la jornada, que como siempre estuvo cargada de emociones y fervor en su máxima expresión, lo constituyó la procesión que, en esta ocasión, amplió su recorrido --habitualmente por las calles Sant Roc, Sant Antoni, Zumalacárregui, Major Sant Doménec, plazas Major y de la Vila, Major Sant Jaume y Bayarri-- al Raval de Sant Pasqual, la plaza dedicada al patrón de la ciudad y la calle Mare de Déu de Gràcia.

Y es que este no fue un desfile rosariero cualquiera. En él, también participó la imagen de Sant Pasqual, junto a la de la Mare de Déu del Rosari, con motivo de la próxima finalización de los actos conmemorativos del 400º aniversario de la beatificación del fraile franciscano que murió en Vila-real el 17 de mayo del 1562.

La entidad que reúne a alrededor de 6.500 mujeres rosarieres continua la programación de sus festejos anuales con un buen número de citas con marcado carácter religioso, a las que se pondrá fin el lunes, 14 de octubre con el retorno de la imagen de la Virgen a la sede social de la entidad.