Los 14 kilómetros lineales que forman el Paisaje Protegido de la Desembocadura del río Millars, es decir, desde el puente de la CV-10 que cruza el curso fluvial hasta el mar Mediterráneo, llevan un caudal mínimo pero constante de agua desde hace tres meses, una situación que resulta extraordinaria, por cuanto no se producía desde hace más de un año.

De hecho, lo habitual es contemplar los últimos 10 kilómetros de río con un caudal de agua intermitente, principalmente en su tramo medio y hasta la depuradora de Almassora, que vierte aguas limpias al cauce.

La fauna y la flora asociada al lecho fluvial y al ecosistema de estuario son los grandes beneficiados de que el Millars disponga de un caudal mínimo permanente. El pasado mes de junio, la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) decidió llevar a cabo desembalses técnicos de hasta 44 hectómetros cúbicos desde los pantanos de cabecera, como son el de Arenós y el de Sitjar, con el fin de evitar que llegaran al límite de su capacidad de almacenamiento y como medida de prevención para hacer frente al típico episodio de gota fría que se da durante el otoño en la provincia y que puede provocar fuertes avenidas por desembalses sobrevenidos.

Durante los meses de verano las aves acuáticas y los aficionados a la observación de aves han sido los grandes beneficiados de que el río llevara agua suficiente de una forma constante.