Un auténtico río de gente --integrado por más de 1.200 personas pertenecientes a entidades sociales, culturales, religiosas y festivas-- discurrió en la tarde de ayer desde la plaza Major hasta la basílica de Sant Pasqual. El motivo no fue otro que el de participar en la multitudinaria ofrenda al patrón de Vila-real, Sant Pasqual, que cada año se celebra en la jornada previa a su día grande.

Con la perfecta organización de la Comissió de Penyes, más de 30 colectivos festeros, así como colegios y escuelas infantiles, depositaron a los pies del monumento al fraile franciscano, ubicado en la plaza frente a la basílica, miles de flores rojas, amarillas y blancas con las que los peñistas de L’Esquella fueron dando forma al tapiz de este año.

Los dolçainers y tabaleters, junto a los gegants vila-realenses, encabezaron un desfile en el que no faltaron asociaciones de personas con movilidad reducida, de pensionistas, musicales, deportivas, taurinas y vecinales, además de religiosas como las rosarieras, las purisimeras o Lluïsos.

La reina de los festejos del 2019, Carmen Rubert, acompañada por sus damas (Àgata Martínez, Tania Ripollés, Bàrbara Martínez e Isabel González), así como por la corporación municipal, encabezada por el alcalde, José Benlloch, no faltaron a la cita en la que se rinden honores al patrón de la ciudad. Un acto que, como manda la tradición, finaliza con el encendido de una hoguera con trastos viejos, frente al templo sampascualino, como símbolo de purificación espiritual. Las representantes festivas del último medio siglo, los integrantes de la Comissió de Penyes, como entidad organizadora del evento, y la Junta de Festes completaron la participación en la ofrenda, a la que la banda Unió Musical La Lira puso el punto final.

Fue el preámbulo a la misa pontifical y la procesión con las que los vila-realenses honran a Sant Pasqual cada 17 de mayo.