Cerca de 240 fueron los expositores de venta instalados ayer, entre los que había 77 de alimentación, 20 de juguetes, 28 de artesanía, 30 de bisutería y complementos y 42 de otros productos, entre los que destacaron las nueve paradas de belenes. «Es un producto que muchos visitantes de otras localidades vienen a comprar a esta feria», aseguró el edil de Economía de Vila-real, Xus Madrigal. Y es que el carácter prenavideño de este tradicional certamen, declarado bien de interés turístico provincial, hace que muchos de los visitantes lo hagan con la intención de ampliar o renovar su colección de piezas para el pesebre.

Uno de estos espacios llegaba de la mano de Julio Campos, que desde hace casi dos décadas despliega en la localidad todos los elementos necesarios para montar el belén, aunque reconoció haber perdido la cuenta, «unos 17 años, seguro». «En la temporada de Navidad vamos a muchas ferias en Segorbe, Castelló, Montcada... Mi madre ya lo hacía y nosotros seguimos con el negocio», afirmó el comerciante originario de València, quien añadió que también tiene clientes fijos y que «lo que buscan mucho son piezas con movimiento de agua o luz, mientras que los abuelos quieren elementos clásicos».

Del total de comerciantes participantes, 73 fueron de la localidad y una veintena llegó de provincias como Barcelona, Cuenca, Teruel o Lugo. La feria ocupó el recinto habitual en la plaza Major (donde estuvieron 24 oenegés), calle Major Sant Doménec, Raval del Carme, Hospital y Josep Ramon Batalla, enclave elegido para instalar atracciones para los peques.

Además, aprovechando el flujo de visitantes y vecinos por las calles de la ciudad, muchas fueron las tiendas que abrieron pese a ser jornada dominical.