La décima edición de la Ruta de la Tapa de Vila-real, la más veterana de la provincia de Castellón, se vistió ayer de largo con la visita de dos chefs de excepción: Ricard Camarena y Miguel Barrera, ambos con una estrella Michelin y varios soles Repsol, distintivos con los que se reconoce la calidad y renombre de su cocina.

El primero en recalar en la ciudad fue el cocinero de Cal Paradís, en Vall d’Alba. Acompañado por el alcalde de Vila-real, José Benlloch; el concejal de Turismo, Emilio Obiol; y representantes de l’Associació Gastronòmica, giró visita a varios de los establecimientos participantes este año en la ruta.

Y ya por la tarde, y junto al valenciano Ricard Camarena, participó en unas ponencias y coloquio en el que, bajo el título de La tapa, una altra forma de gastronomia, se abordó con detalle este tipo de elaboraciones gastronómicas que en los últimos años están triunfando en toda España.

“El auge de la tapa es el auge de la cocina de producto y de la pasión del que la elabora y del que la degusta”, dijo a Mediterráneo Camarena poco antes de iniciar el acto en la Casa dels Mundina. Y añadió: “El techo en la calidad de esta oferta lo pone el precio que está dispuesto a pagar el cliente”.

Por su parte, Barrera destacó la apuesta de Vila-real, “que fue la primera ciudad de la provincia en llevar a cabo este tipo de iniciativas, a las que ahora se han sumado muchos otros municipios”. Y puso en valor el papel de la tapa “como motor, en cierto modo, de la hostelería. Es un buen reclamo y más teniendo en cuenta que se está ofreciendo un producto muy elaborado, al que cada chef quiere dar su toque particular, introduciendo elementos muy innovadores”, concretó.

Asimismo, Camarena hizo hincapié en el papel de la gastronomía para generar turismo. “España registró el año pasado más de 10 millones de visitantes y el primer motivo de su paso por aquí fue la gastronomía”, destacó. H