Vila-real atardeció ayer sumida en una ligera niebla y el olor a leña quemándose. No era fum de canya, sino el proceso natural que convertiría los troncos de naranjo o algarrobo en las brasas sobre las que después se asarían cientos de kilos de carne --generalmente de cordero-- y otros tantos de embutidos variados, entre ellos longanizas, butifarras, blanquets, chorizos o tàrbenes.

Unas fiestas más, la Nit de la Xulla se convirtió en el acontecimiento más multitudinario y espontáneo de las celebraciones con las que los vila-realenses honran a su patrón, Sant Pasqual. Casi 30 años de tradición trasladada de los festejos de calle y de barrio a las patronales de mayo y septiembre por el Ayuntamiento surgido de las primeras elecciones municipales democráticas, liderado por Bautista Carceller.

En este peculiar acto, cargado de simbolismo para los vecinos de Vila-real, las peñas tuvieron un papel fundamental. Las entradas a los casals, en plena vía pública, sirvieron para que centenares de hogueras ardieran hasta que las ascuas estuvieron a punto para poner sobre ellas las parrillas con la carne y embutidos que, en buena compañía, disfrutaron los peñistas en sus respectivas sedes.

TRADICIÓN E INNOVACIÓN // Cada año en la Xulla se encuentran la tradición y la innovación. La tradición, de la mano de la elaboración de las chuletas de cordero al horno, con cazuela de barro y acompañadas de patatas y aliñadas con piñones, perejil y pimienta, entre otros ingredientes.

Y la innovación la trajeron peñas como La Xala, en cuyo casal, con motivo de su décimo aniversario, se asaron cochinillos, que aportaron un aroma y sabores especiales a esta gastronómica cita.

Por su parte, la reina de las fiestas, Silvia Cantavella, y sus damas disfrutaron de la Xulla en el casal de la peña La Merla, desde donde TVCS-Mediterráneo emitió en directo su programa Plaça Major. Por La Merla también se acercó el alcalde, José Benlloch, aunque cenó en su peña, El Vermelló. H