Nicaragua, Rumanía, Argelia, Marruecos, Uruguay, Colombia y Reino Unido, pero también Córdoba, Málaga, Cuenca, Ciudad Real y Salamanca son los lugares de origen de los aprendices de valenciano que se han adherido al programa de Voluntariat pel Valencià y que tendrán a otros tantos compañeros de viaje, estos fundamentalmente de Vila-real, para aprender una lengua que ellos mismos consideran “necesaria” para lograr una integración total dentro de la sociedad a la que han decidido sumarse.

En total, son las 21 parejas oficiales que se han conformado en el marco de este programa, que en Vila-real se impulsa desde la Concejalía de Normalització Lingüística, en colaboración la Associació Cultural Socarrats y Escola Valenciana. Parejas que ayer se dieron a conocer en la Casa dels Mundina y que a partir de ahora se reunirán una hora a la semana para conversar en valenciano.

“Es una fórmula excelente para perfeccionar la comunicación en nuestra lengua vernácula por parte de personas que son extranjeras o que incluso siendo de aquí no se lanzan a hablarla”, explica el concejal del área, Pasqual Batalla, quien se muestra satisfecho por la respuesta a esta convocatoria después de que el programa no se realizara desde el 2006. “Tenemos 30 voluntarios y 21 aprendices inscritos, por lo que nueve valencianohablantes están a la espera de que se les asigne un acompañante, lo que confiamos en lograr en los próximos días, ya que se trata de una iniciativa que está siempre abierta, de manera que en cualquier momento pueden inscribirse los interesados en practicar el valenciano”.

En la presentación de ayer por la tarde en la Casa dels Mundina no faltó una auténtica voz de la experiencia en esta actividad. Rumana de nacimiento y valenciana de adopción, Dariana Groza se ha convertido en el ejemplo de que, con interés y ganas, se puede hablar con fluidez en el idioma propio de la Comunitat, pese a que no sea para muchos una necesidad para vivir el día a día.

“Empecé a aprender valenciano hace 11 años, cuando vi que necesitaba ponerme al día para poder ayudar a mi hijo en los estudios”, explica Groza. “Me dije, no puede ser que no entienda la lengua que estudia mi hijo”, añade esta mujer que posteriormente fue aprendiz del Voluntariat pel Valencià y ahora es enseñante, además de coordinadora general de esta campaña para impulsar la normalización del uso de esta lengua entre los inmigrantes.

“Lo cierto es que ha sido y está siendo una experiencia muy gratificante”, explica esta rumana que ahora enseña valenciano a un ingeniero murciano. H