Su morada habitual está en el Termet, por lo que los fieles aprovechan la estancia de la patrona en el corazón de la ciudad. La principal manifestación de fervor tiene lugar, cada septiembre, en el día grande de la Mare de Déu de Gràcia, cuando la gente de Vila-real muestra su sentimiento, y asiste tanto a la misa solemne en su honor en la iglesia arciprestal como a la posterior procesión. La imagen pasó por los viales de costumbre: Sant Roc, Bayarri, Major Sant Jaume, plazas de la Vila y Major, Major Sant Domènec, Zumalacárregui, Sant Antoni y Sant Roc, hasta emprender el camino de regreso al templo arciprestal.

Como en el año anterior, fueron una treintena los portadores de la patrona, en una peana engalanada para una ocasión que, junto a la baixà del viernes por la tarde, concentra los mayores instantes de emotividad de este intenso calendario de actos.

La lluvia fue la presencia involuntaria, justo en el momento en que la figura hacía su entrada en el templo de Sant Jaume, aunque el resto del trazado se desarrolló con normalidad. El recorrido fue muy especial para la Agrupación Musical Virgen de Gracia, que conmemora sus primeros 10 años, por lo que contó con la compañía de diferentes bandas de cornetas y tambores. Estaba previsto que hiciesen un acompañamiento a las autoridades hasta el ayuntamiento, pero la meteorología lo impidió.

La devoción concentró la tarde, aunque durante las horas previas hubo actos lúdicos, como el caso de los almuerzos en la Murà.