El Ayuntamiento de Vila-real ha cerrado el ejercicio de 2017 con 5.391.000 euros de remanentes de tesorería. Una cantidad que todavía se estudia a qué se destinará, pero que supone un balón de oxígeno para cuadrar el presupuesto del 2018. Así lo ha afirmado el alcalde, José Benlloch, que ha hecho balance económico del año 2017, en el que, tal y como asegura, “no todo son buenas noticias”.

Y es que, al margen de los casi 5,4 millones de euros sobrantes que ahora se pueden utilizar, el ejercicio presupuestario se liquidó con un déficit de 761.000 euros, debido al pago de varias sentencias urbanísticas a finales de año, que “descuadraron las cuentas”.

“No tenemos suficiente con el secuestro del Gobierno de Rajoy a los ayuntamientos con sus leyes de racionalización y estabilidad, sino que seguimos pagando, siete años después, el casino urbanístico del PP, que ha dejado a la ciudad arruinada”, explica.

Una tesitura que “nos genera un problema de nuevo, ya que si el 30 de mayo de 2016 aprobábamos un Plan Económico Financiero para cumplir la ley, ha sido imposible cumplirlo, gracias a la nefasta herencia del PP, por lo que su efecto más inmediato es la creación de un nuevo plan, uno de los motivos por los que todavía no se ha podido aprobar el nuevo presupuesto”, señala.

No obstante, Benlloch reitera la buena gestión, que ha permitido que, a pesar del déficit, la ciudad cuente con 5,4 millones de euros en remanentes. “No solo tenemos una deuda menor de la que encontramos en 2011, sino que hemos acabado el año con dinero sobrante gracias a haber actuado con responsabilidad, renunciando a proyectos que podían esperar; a las ayudas de otras administraciones, y también a la regularización catastral extraordinaria del Gobierno, con un ingreso puntual de 1,8 millones”, apunta.