En torno a 800 son los nichos que el Ayuntamiento de Vila-real calcula que se recuperarán una vez finalicen las obras de rehabilitación del muro perimetral de la parte nueva del cementerio municipal, que el departamento que encabeza la concejala Rosario Royo arrancó hace cuatro años, con el fin de «dignificar un zona de nuestro camposanto que se encontraba en muy mal estado».

La recuperación de sepulturas es consecuencia de que, una vez transcurridos los 99 años de la concesión de las mismas --periodo que se rebajó a 75 meses atrás, tras la modificación del reglamento correspondiente--, los familiares de los difuntos allí enterrados no han renovado las mismas, lo que permite al Ayuntamiento volver a disponer de ellas y, después de su restauración, ponerlas a disposición de los vila-realenses.

Según explica la edila Royo, durante la primera legislatura del ejecutivo local liderado por el socialista José Benlloch, «se estudiaron todas las necesidades que existían para mejorar y conservar este recinto, por lo que se realizó un proyecto de futuro porque un nuevo cementerio --el último gobierno del PP invirtió un millón de euros en iniciar un nuevo camposanto en el camino Miralcamp, cerca de la autopista AP-7, que no tuvo continuidad-- era imposible de gestionar, por el coste que supondría contar con dos espacios de este tipo, de manera que se decidió cuidar y dignificar el actual para que duro varios años más».

LO QUE RESTA // El objetivo que se marca la concejala del área es poder finalizar la restauración del muro perimetral a lo largo de la presente legislatura, «aunque ello está en función de la disposición económica, teniendo en cuenta que, en la actualidad, está marcada por la urgencia de atender las necesidades derivadas de la crisis sanitaria originada por el covid».

En estos momentos, se ha completado aproximadamente la mitad del muro perimetral, en concreto, hasta llegar a la altura de la tumba del juez e historiados Carlos Sarthou Carreres, de manera que resta la otra mitad que da a los lados sur y oeste.

FESTIVIDAD // Como en el resto de municipios de la provincia de Castellón, la afluencia sosegada y controlada al cementerio municipal de Vila-real fue ayer la tónica dominante en el día de Todos los Santos. Policía Local y Protección Civil vigilaron el cumplimiento de las medidas de seguridad establecidas para evitar contagios por covid-19 y los actos oficiales se limitaron a la misa que organiza la Asociación de Hijas de María del Rosario, a la que acudió una representación de la corporación municipal y un máximo de 200 personas. Posteriormente, tuvo lugar la ofrenda a las víctimas del incendio del cine La Luz y a los vila-realenses muertos en todas las guerras, aunque con limitación de participantes.