En los barrios nació esta tradición y a los barrios regresa una vez finalizadas las fiestas patronales de la Mare de Déu de Gràcia. Y es que, de nuevo, los vecinos de diferentes zonas de Vila-real aprovecharon el buen tiempo para celebrar la ancestral y participativa costumbre de la Xulla.

La Congregació de Lluïsos, cuyos integrantes disfrutan esta semana de sus festejos anuales, se sumó anoche a la popular torrà, como también hicieron los residentes de los barrios del Hospital --que honra al Cristo, copatrón de la ciudad--, el Roser y la Soledat.

Una vez más, y a escasos ocho días del final de las celebraciones locales dedicadas a la moreneta vila-realense, miles de vecinos se reunieron para disfrutar no solo de la carne y los embutidos asados a la brasa, sino también del calor de la familia y los amigos.

En el caso de los festejos del Roser, la organización preparó una larga hoguera en la que el vecindario pudo cocinar su carne. Mientras tanto, en Lluïsos aprovecharon para dar continuidad a su concurso de allioli, un producto gastronómico que no falta en la reunión culinaria. En la sobremesa se aprovechó para degustar pasteles o cocas, muchas de ellas elaboradas de forma casera.

Con todo, y aunque la Xulla es uno de los atractivos de las fiestas de los barrios y calles de la ciudad, los programas incluyeron ayer otras actividades, como las cucañas o un bou embolat para los niños, en el Roser, y un correbous infantil, en la Soledat. Unos actos taurinos dedicados a los pequeños, que hoy tendrán continuidad en el Cristo del Hospital.