Dicen, y con razón, que no hay fiestas de Vila-real sin gastronomía. Y, lo cierto, es que no son pocas las citas que, a lo largo de los festejos que la ciudad celebra en honor a la Mare de Déu de Gràcia --como también ocurre con los de Sant Pasqual, en mayo; y con los distintos festejos de barrios y calles que se distribuyen durante todo el año-- se cuentan un buen número de eventos que tienen como principal protagonista un elemento de la tradición culinaria de la ciudad. Es el caso del concurso de paellas para peñas del pasado sábado o el de empedraos, que tomará el Centre de Congressos, Fires i Trobades desde la medianoche de hoy martes y hasta bien avanzada la madrugada del miércoles.

Con todo, y sin ningún género de dudas, la cita gastronómica por excelencia de las celebraciones vila-realenses es la popular Xulla, instaurada hace 38 años en los dos festejos patronales.

Es un evento que no solo mueve a miles de personas que, pese a estar ayer mirando al cielo a causa de la inestabilidad atmosférica, volvieron a encontrarse para revivir esta tradición que trasciende más allá de los límites de la ciudad, por cuanto son muchos los vecinos de otros municipios que también participan de la peculiar velada, invitados fundamentalmente por familiares, amigos o peñas de la localidad.

ECONOMÍA

Y es que, aunque resulta difícil cuantificar con exactitud el movimiento económico que genera este evento, los números que se barajan no son nada desdeñables. Así, tanto desde la Carnicería Jaime como desde Los Maños señalan que para la Xulla venden en torno a los 25 corderos, lo que se traduce en algo más de 300 kilos de carne cada una de ellas. Y en cifras similares se mueven el resto de carnicerías locales, mientras que algún supermercado afirma superar esta cantidad, máxime teniendo en cuenta las ofertas que se han sucedido durante el fin de semana.

Y a los cientos de kilos de cordero que se asaron anoche en las calles de la ciudad se suman otros tantos de embutidos.