Un jugador de su talla no puede acabar su carrera de otra forma que no sea jugando, vestido de corto y haciendo lo que mejor ha hecho siempre: jugar al fútbol. Bruno Soriano quiere terminar la temporada en el campo y vestido de futbolista. Lleva tres años sufriendo en silencio, apartado de todos los focos y luchando para volver a sentir jugador. La última intervención quirúrgica parece haber logrado mitigar los problemas de dolor del de Artana en su tobillo. Es cierto que no es la primera vez que la vuelta del capitán groguet se apunta como cercana y luego su regreso se echa atrás por la aparición de diferentes molestias que se iban interponiendo como piedras en el camino y echando por el suelo las esperanzas del propio Javier Calleja de recuperar una pieza que sería valiosísima en su engranaje, como es contar con un mediocentro del perfil de Bruno.

Unos días antes del parón en la competición provocado por la crisis sanitaria internacional del coronavirus, Bruno ya se sentía dispuesto para incorporarse definitivamente al grupo, puesto que sus molestias ya era testimoniales. Ahora, cuando han pasado seis semanas de la paralización de la competición, y ya se vislumbra, por lo menos, un calendario pautado con sus protocolos correspondientes para el regreso de LaLiga, no obstante pendiente de Sanidad y su visto bueno definitivo, Bruno vuelve a ver la luz y a su lado mucho de los que quieren volver a ver con la camiseta del Villarreal.

El objetivo del capitán de Artana, cuando se van a cumplir tres años de su último partido oficial, es acabar la temporada oficial vestido de corto. Ese es el primer paso. Su contrato expira el 30 de junio, aunque no habrá problemas para que se prorrogue el tiempo que se necesite para disputar las 11 jornadas que restan para el final. Es la primera meta. Después, tanto el jugador como el Villarreal tomarán la decisión que consideren adecuada. Dos escenarios posibles: la retirada del jugador o la rubrica de un contrato similar al que firmó hace dos temporadas Santi Cazorla con el Villarreal después de casi dos años sin disputar un partido oficial, tras una concatenación de operaciones que estuvieron a punto de dejarle fuera del fútbol e, incluso, sin la movilidad adecuada en su tobillo para la vida cotidiana.

En cualquier caso, el hipotético regreso de la competición en junio podría trarer consigo un regalo especial no solo para el seguidor del Villarreal, sino también para el aficionado al fútbol. Una leyenda del club amarillo tiene que acabar su etapa, ya sea ahora o cuando lo decida el futbolista, sobre el campo.