Javier Calleja inició su etapa en el Villarreal con una nueva filosofía de juego, más atractiva que la de sus antecesores, Marcelino y Escribá. Introdujo en el primer equipo el 4-4-2 en rombo que hizo despertar a los amarillos, titubeantes hasta entonces, para alcanzar unas posiciones europeas que el Submarino ya no ha abandonado en este algo más de medio año con Calleja al frente. Pero ese revulsivo que tan buen resultado dio ha tenido que ser modificado para aguantar el tirón en la zona alta. Lesiones, sanciones y, ¿por qué no?, el estudio de los rivales para contrarrestar la idea de fútbol del técnico han obligado a una metamorfosis que ha hecho pasar del rombo al 4-2-3-1 con el que Calleja se jugará las cinco finales que restan para lograr clasificarse para la Europa League.

«Es un dibujo con el que ahora mismo el equipo se siente más seguro y la seguridad es fundamental», confirma el entrenador, que parece haber dado con la tecla para reflotar el Submarino tras el pequeño conato de crisis de las derrotas consecutivas ante el Málaga y el Athletic. El 4-2-3-1 funcionó durante la mayor parte de la última visita a Sevilla y como un reloj contra el Leganés en la última aparición de los amarillos en la Liga. El cambio de sistema ha sido un proceso gradual y que Javier Calleja ya ensayó en Cornellà (1-1) en plena crisis de resultados del febrero de infausto recuerdo, con cinco partidos consecutivos sin ganar y la eliminación europea a manos del Olympique de Lyón.

«Necesitábamos reinventarnos y agarrarnos a otra serie de conceptos», justifica Calleja las variaciones, que primero se ciñeron a reforzar la contención con un doble pivote —pero todavía dentro de un 4-4-2—, para mutar definitivamente al dibujo con dos mediocentros, una línea por delante con dos extremos y un mediapunta y un solo delantero. La victoria en Las Palmas y la remontada ante el Atlético se gestaron sobre el nuevo sistema, aunque la victoria ante el segundo clasificado de la Liga se cimentó tras los cambios en la segunda parte y, de nuevo, con dos delanteros, animó a Javi Calleja a intentar volver a los orígenes.

Pero ni en La Rosaleda —derrota ante el colista— ni en casa frente al Athletic (1-3), el regreso al rombo —«el sistema en el que creo», insiste— dio resultado. Calleja dio marcha atrás para volver a un 4-2-3-1 con el que, públicamente, varios jugadores han apuntado sentirse más cómodos. El importante punto arrancado del Pizjuán y el triunfo ante el Leganés parecen dar la razón definitivamente al nuevo planteamiento con el que el equipo «está teniendo más profundidad», reconoce el míster, que espera que la propuesta mantenga ya su fiabilidad hasta el final.