El Estadio de la Cerámica volvió a vibrar y a disfrutar con un gran Villarreal. Una victoria con caché ante uno de los grandes equipo de Primera División. Tres puntos, no de oro, de platino y que dejan a los amarillos bien asentados en la quinta posición y mirando de reojo a la cuarta, además de abriendo brecha para asegurarse la Europa League. Corriendo como corrieron los amarillos es muy complicado perder porque talento y calidad sobra.

¡Qué partidazo se marcó el Villarreal ante el Athletic! Una clase de cómo se juega al fútbol con distintas variantes ante un gran equipo como el vasco. Los amarillos llegan al tramo final de la Liga en un buen momento de forma y de juego. Después del accidente contra el Eibar, con calamitosa actuación arbitral incluida, el Submarino ha recuperado no solo la senda del triunfo sino también la del buen fútbol. Un partido muy completo del Villarreal, argumentado por la recuperación del orden táctico, la fiabilidad como equipo, las pocas concesiones al rival y el alto tono individual de futbolistas con un talento individual indiscutible como los que posee este equipo.

La libertad con la que se están desplegando en ataque tanto Mario como Jaume Costa le otorga un toque de distinción al Villarreal, al que se añade la jerarquía de Víctor Ruiz, un verdadero mariscal en la zaga. La mejor versión de un Bruno estelar, fino y preciso, dibujando su figura por todo el campo, fue otra de las claves, junto a las genialidades del otro Soriano, y la habilidad de Samu Castillejo, que tuvo que retirarse con molestias pero fue sustituido por un Adrián que sigue rindiendo a un altísimo nivel, esta vez escorado en banda.

El partido fue intenso y bonito. Un clásico por la lucha por las plazas europeas que se ha convertido en uno de los choque más interesantes de Primera. Se respiraba aroma de final, porque el ganador saldría de La Cerámica con medio billete sellado para la Europa League y con opciones de continuar soñando con la Champions. Y ambos lo plantearon con máxima seriedad y demostrando que, ahora mismo, son de lo mejor de la Liga española.

ONCE DE GALA

Escribá introdujo cinco cambios respecto al once del pasado martes en Sevilla y alineó lo que podría considerarse como el equipo de gala, aunque después del buen partido del Villamarín resulta un tanto injusto hablar de titulares y reservas. El Villarreal apostó por el argumento del buen fútbol. Raseó el balón, lo movió con criterio y precisión, encaró por los dos carriles y también buscó el pase interior. El Athletic exprimió su mejor arma con el juego aéreo de Aduriz, quien demostró que es uno de los grandes delanteros de la Liga.

El primer golpe lo pegó el Submarino. Una buena acción individual de Samu Castillejo, con rechace en propia puerta de los vascos que se estrella en el poste y Víctor Ruiz, en posición de 9 con olfato, bate a Kepa. Una ventaja que solo duró tres minutos, porque el equipo de Valverde extrajo petróleo de la única acción en la que los amarillos no estuvieron concentrados en defensa. Laporte puso las tablas.

El Villarreal generó varias jugadas de gol, pero en los metros finales los focos de la iluminación se apagaban. De tú a tú y sin moldes tácticos se disputaba el partido. Con ocasiones para ambos, aunque con los locales más inspirados y demostrando que si el juego transcurría por la vía del fútbol tenían clara ventaja. Aduriz estrelló un balón en el palo después de una felina intervención de un Andrés que mejora en cada partido, una vez se ha quitado de encima esa presión que le atenazaba.

REANUDACIÓN SOÑADA

La segunda parte tuvo un inicio feliz y soñado por cualquier equipo. Primera jugada y Bakambu ejerció de Bakambu. Roberto Soriano trazó la diagonal y el congoleño solicitó el pase con su movimiento. Luego se deshizo de Yeray con facilidad y, en un ejercicio de potencia y exhibiendo clase, se marcó un bello gol. Con el 2-1 el Villarreal no tuvo suficiente y se tiró cara a la portería de Kepa. Los más de 18.000 espectadores que estuvieron en La Cerámica lo agradecieron con un buen espectáculo por parte de ambos conjuntos. El Villarreal corrió y corrió sin parar. El gen competitivo de este equipo de Fran Escribá es incuestionable. Y el entrenador amarillo también tuvo su toque en la victoria. Preciosa, trabajada y muy bien trenzada la acción del 3-1, que Adrián López se encargó de transformar como eslabón final de una falta lateral. El gol lo metió el asturiano, pero se lo merecía Escribá.

CON UNO MENOS

Y el Villarreal continuó corriendo y jugando. Se quedó con 10 por la expulsión de Víctor Ruiz en una entrada muy dura, a destiempo, en la medular. Pero casi no se notó la inferioridad porque los diez jugadores que quedaban en el campo decidieron correr todavía un poco más. Y Andrés Fernández demostró que es un portero de gran categoría, digno sustituto de otro grande como Sergio Asenjo.

El árbitro se ensañó a tarjeta limpia con los amarillos, pero el Villarreal supo aguantar hasta el final. Los leones ayer iban de amarillo. Europa se queda más cerca y todavía queda un poco de esperanza para soñar con la Champions, que se vislumbra a cuatro puntos a la espera del partido del Sevilla. Victoria de prestigio.