El Villarreal quería entrar con buen pie en la llamada nueva normalidad y demostrar que el parón obligado por el coronavirus no le había pasado factura. Y lo hizo con cierta intriga y gracias a Manu Trigueros, autor del gol en Balaídos que permite al Submarino seguir en la pelea por un puesto en Europa.

No sorprendió el cuadro amarillo con su alineación inicial y presentó un once con el que daba continuidad a la mayoría de los futbolistas que venían jugando antes del parón. Con Asenjo bajo palos y una defensa de cuatro formada por Mario, Albiol, Pau y Alberto Moreno, el centro del campo quedó reservado para Iborra y Anguissa (quien venía destacando mucho durante los entrenamientos), con Moi Gómez y Cazorla en las bandas, y Gerard y Alcácer en ataque. A los once se les vio muy enchufados desde el pitido inicial y esa actitud sirvió para que el Submarino se hiciera bien pronto con el dominio.

Fruto de la posesión llegaron las primeras aproximaciones al área del cuadro gallego, al que se le veía muy a merced de los groguets. Así, Alcácer y Cazorla fueron los primeros en poner a prueba al meta Rubén Blanco con sendos lanzamientos que se resolvieron sin demasiada exigencia aunque el que más cerca estuvo de abrir el marcador fue Iborra. El centrocampista valenciano aprovechó una perfecta combinación entre Moi Gómez y Mario para cargar la pierna y, con un fuerte lanzamiento, obligar al portero del Celta a sacar una mano providencial.

COMODIDAD / Se le veía bastante cómodo al plantel vila-realense sobre el césped y, en especial, a un Cazorla muy protagonista en los primeros 45 minutos, que buscaba en todo momento el peligro por la banda izquierda o en jugadas a balón parado.

El Celta, obligado a ganar para no meterse en más líos, se defendía como podía, encomendándose en todo momento a su portero quien, tras el aplauso solidario del minuto 20 y la pausa de hidratación del minuto 30, veía cómo Gerard a punto estaba de marcar el primer gol del encuentro con un fuerte lanzamiento que se marchaba fuera.

Los locales buscaron la réplica con otro misil de Rafinha desde lejos que puso en alerta a Asenjo, pero el portero palentino apenas tuvo trabajo en el primer tiempo ya que el Celta no conseguía enlazar jugadas de peligro y acercarse a la meta amarilla. De hecho, fue el Villarreal, en las botas de Gerard, el que cerró el primer tiempo con otra ocasión peligrosa, invalidada por falta en ataque.

La segunda parte arrancó con el mismo guion que la primera y el dominio del Villarreal. Con las ideas claras en defensa, los amarillos centraban sus esfuerzos en mejorar sus prestaciones para encontrar el camino del gol.

Quique Álvarez esperó unos minutos antes de realizar los primeros cambios, dando entrada a Bacca y Chukwueze para dar descanso a Gerard y Cazorla. El nigeriano aportó velocidad y frescura, y con su habitual picardía, no tardó ni un segundo en encarar a Araújo en cuanto el balón cayó en su posesión, dejarlo atrás y lanzar a puerta. Esa jugada, y una impresionante carrera en solitario del delantero colombiano, fueron las acciones más destacadas de un segundo tiempo que se fue equilibrando conforme avanzaban los minutos, tanto en juego como en nivel de fuerzas. Así, hasta que el esfuerzo realizado por los groguets encontró su premio en el tiempo añadido.

EL TANTO // Fue en ese momento cuando el Submarino se plantaba en el área, se producían varios lanzamientos y varios rechaces consecutivos, el balón se perdía… Le llegaba a Manu Trigueros, quien había saltado al césped en el minuto 67, y este introducía el esférico en el interior de la portería del Celta, dando la primera victoria de la era covid-19 al Villarreal en Balaídos.