Para el Villarreal, este inicio de Liga es algo así como el mundo al revés. El amarillo, un equipo que desde la llegada de Javier Calleja al banquillo la pasada temporada siempre se ha caracterizado por manejarse mejor en situaciones de dominio del balón —una de las premisas fundamentales marcadas por el técnico desde que tomara el mando de la primera plantilla—, ha pasado a sentirse más cómodo en los encuentros como visitante, en los que ha sacrificado la posesión a cambio de una pegada que le está permitiendo aguantar el tirón ante la ausencia de buenos resultados en La Cerámica. El actual Submarino ha puesto de relieve dos caras muy diferentes en esta siete primeras jornadas. El conjunto dubitativo, a veces inseguro, y con problemas para encontrar vías de llegada a la portería contraria que se ha visto en Vila-real en partidos como el del Girona o el Valencia se ha transformado en un equipo contundente, hermético para sus rivales y efectivo en sus salidas.

DOMINIO SIN GOL

Hasta ahora, el Villarreal no ha sabido rentabilizar en La Cerámica los largos periodos de posesión que se hicieron más evidentes el pasado domingo, rozando el 65% ante un Valladolid al que no molestó un sometimiento que no estuvo acompañado de acierto —el encuentro con más remates sobre la portería rival, hasta 27—. El equipo de Javier Calleja suele tener el control en sus apariciones locales —solo se lo discutió la Real en la primera jornada—, pero ha adolecido de soluciones a la hora de transformar en goles su claro dominio: un solo gol y un solo punto ante sus aficionados, la peor renta de los 20 equipos que componen la Primera División esta temporada, igualada con la conseguida por la Real Sociedad y los recién ascendidos Rayo Vallecano y Huesca.

Todo cambia cuando el Villarreal hace las maletas. Es entonces cuando los números de los groguets se amplifican y los de Calleja se sienten más seguros y arropados en su campo y sacan a relucir su velocidad y pegada en los metros finales. Casi el 90% de los puntos del Submarino en lo que llevamos de Liga se han cosechado lejos de La Cerámica, donde desde el principio se plasmó la sensación de fiabilidad. Primero con un encuentro muy serio en Sevilla (0-0), ante uno de sus directísimos rivales por las plazas europeas. Después, rectificando a tiempo en Leganés (0-1), donde la solidez tardó 45 minutos en aparecer, amparada en las manos salvadoras de Sergio Asenjo, que detuvo un penalti en el inicio del segundo tiempo.

LA EXHIBICIÓN DE BILBAO

Pero el mayor repertorio de virtudes de este Doctor Jeckyll en la distancia y Mister Hyde en casa se dio cita en San Mamés, el punto álgido de este irregular inicio de Liga. Allí, al Villarreal no le importó olvidarse del balón para que fuera el Athletic el que llevara el peso, con más de un 60% de la posesión para los de Berizzo. ¿El resultado? Los amarillos aprovecharon los espacios para golpear de forma letal a los vascos con los zarpazos de Pablo Fornals y Toko Ekambi.

La exhibición se completó con la demostración de poderío aéreo de Funes Mori, un jugador diferencial en el balón parado del Submarino, falto tantas veces de un jugador capaz de hacer temblar a las defensas contrarias en cualquier lanzamiento desde la esquina o en alguna falta lateral. El gran reto de Calleja a partir de ahora es intentar que las dos caras de su Villarreal —el fiable a domicilio y el ineficaz en casa— vayan convergiendo en una capaz de mantener la regularidad en ambos campos de batalla.