Gerard Moreno salió al rescate del Villarreal, que estuvo a punto del naufragio en la primera parte, pero supo reaccionar y salvar una eliminatoria que se planteaba complicada desde que salió la bola del Salzburgo. Y acabó siéndolo a pesar del 0-2 de la ida. Pero el Submarino posee un futbolista que marca diferencias y anoche lo hizo con un doblete que mete al Submarino en octavos de una Europa League que este año tiene un caché muy alto. Y en el cómputo global el Villarreal fue mejor que el Salzburgo. Para ganar, hay que aprender a sufrir.

Emery fue el primero que dio el primer aviso con el once de partida. El 0-2 de la ida no garantizaba una vuelta plácida. El conjunto groguet salió con un equipo casi de gala, plagado de titulares... y lo pasó fatal. El Salzburgo pasó como un rodillo por encima de los amarillos durante una gran fase del primer tiempo. El Submarino estuvo al borde del KO. La presión asfixiante del conjunto austríaco no solo anuló a los locales, sino que, posiblemente, el Villarreal pasó los peores minutos de la temporada.

La cabezonería de jugar el balón desde casi la línea de meta se pagó con la llegada del gol del Salzburgo al cuarto de hora. Rulli apuró en exceso el pase a Albiol y el robo de balón acabó en el fondo de la portería del argentino. El campeón austríaco se creció con el 0-1 de Berisha. El Submarino era un prisionero esposado de pies y manos que apenas tenía el balón unos segundos, porque el acoso era constante y las pérdidas se repetían constantemente. Solo seis minutos después, Daka tuvo el 0-2 a su alcance pero el gol se le marchó por escasos centímetros. La confusión de los amarillos era absoluta. El Villarreal jugaba a fútbol sin luz en un bosque frondoso en plena noche. El Salzburgo lo hacía a un ritmo escalofriante y solo quedaba por saber cuánto le duraría esa energía descomunal. Y le dio otro susto de muerte al equipo local, que daba gracias al cielo de que el chaparrón que le había caído encima no se había ahogado en la tormenta.

Los austríacos se tomaron unos segundos de descanso. Tiempo suficiente para que Gerard Moreno les armara un lío tremendo. El 7 hizo dos amagos en el área y marcó un gol de crack. Era el mejor salvavidas que podía tener el Submarino. El 1-1 fue como la alarma de un despertador que suena cuando más dormido estás y se acerca la hora de dejar la cama. Y sí, el Villarreal se reactivó.

El Salzburgo pasó de la presión asfixiante a jugar al límite del reglamento en la segunda parte. El equipo de Emery para entonces ya superaba el acoso austríaco con menos problemas. Unas manos involuntarias de Capoue señaladas inicialmente por el árbitro como penalti, fueron revisadas por el VAR, que demostró que el balón pegó en la mano de rebote. El Villarreal ya sufría menos y se permitía el lujo de armar alguna que otra contra. Las posesiones del Submarino eran ahora más largas.

El balón estaba más tiempo en el campo del Villarreal que en terreno austríaco. Los amarillos se replegaron con orden y el Salzburgo ya no era tan fiero aunque llevaba la manija. La entrada de Chukwueze logró que los visitantes tuvieran que estar alerta. Y cuando ya expiraba el partido, volvió a aparecer Gerard, que provocó un penalti tan inocente por parte del guardameta del Salzburgo como claro. Y Gerard no falló. La noche empezó con tormenta y acabó con un cielo limpio y lleno de estrellas. Se superó un mal trago y se sufrió pero ya esperan los octavos. ¡Suerte en el bombo!