Si Javier Calleja hubiera podido moldear con sus manos el arquetipo de defensa ideal para el estilo de juego que le gusta y que pretende implantar, es más que probable que no hubiera diseñado una escultura futbolística tan ajustada a su deseo como Pau Francisco Torres (Vila-real, 16/1/1997), tan elegante en el terreno de juego como la estampa que ofrece su 1,92 metros de altura y su discurso pausado y bien articulado. Juega con la cabeza levantada y posee una calidad notable que le aleja del central tosco al uso de otras épocas. Cuando nació, el Villarreal peleaba en Segunda A, pero su vida ha transcurrido acudiendo al entonces campo El Madrigal con el equipo de su vida siempre compitiendo entre los grandes, salvo un paréntesis de tres años en las 20 temporadas que el club cumple en Primera, precisamente el 17 de agosto, cuando el balón comience a rodar contra el Granada.

Si se habla del ADN 100% groguet, Pau es el ejemplo. Siempre ha pertenecido al Villarreal, incluso cuando estuvo cedido un año en el Málaga. Se trata de su 15ª temporada en el Villarreal... y todo apunta que cumplirá sus bodas de plata vestido de amarillo. El káiser de Vila-real seguirá la tradición de otros centrales históricos, como Quique Álvarez, Gonzalo, Godín, Musacchio... No ha llegado de relleno, todo apunta a que puede empezar LaLiga formando un tándem en el eje de la zaga de un nivel altísimo con Albiol. Lo tiene todo para, en un futuro, tener su propia puerta en el estadio. Recuerden ese nombre: Pau Torres Francisco. Lo van a oír mucho en los próximos años.

--Nadie le tiene que explicar a Pau quién es el patrón de Vila-real, dónde comer bien en el pueblo o cómo es el bello paraje de la ermita...

--(Esboza una sonrisa cómplice). No, no... Con este sumo ya 15 años con el equipo de mi pueblo. Siempre he jugado en el Villarreal, salvo la temporada en que me tocó ir cedido al Málaga. Empecé en prebenjamines con Luis Arnau como entrenador y después tuve a Pablo Ortells. Es mucho tiempo pasando por todos los equipos de la cantera.

--Me dicen que siempre iba avanzado a su edad en los diferentes equipos del Villarreal, ¿no?

--En fútbol 7 siempre iba un poco por delante; después, en fútbol 11, he ido quemando etapas como tocaba por mi edad. Luego, del juvenil A di el paso al filial directamente sin pasar por el C. Después, dos años en el B, hasta marcharme cedido al Málaga.

--Su caso es completamente inusual en el fútbol. ¡Qué pocos chicos suben uno a uno todos los peldaños desde abajo hasta llegar al primer equipo! ¿Se considera una rara avis?

--Sí, es cierto que el embudo cada vez se va cerrando más, a medida que subes escalones en la pirámide y los técnicos seleccionan a los que consideran más capacitados. Es normal que en la base haya más niños de la provincia o de la Comunitat por cercanía. Luego, a medida que superas etapas, aumenta la competencia con nuevos jugadores, tanto a nivel nacional o internacional, porque al final la cantera del Villarreal es una de las más potentes del país y los niños tienen ganas de venir y crecer en su carrera.

--¿En algún momento de tu trayectoria en el Villarreal estuviste a punto de no pasar el corte?

--Bueno, el más duro fue en cadete de primer año. Tuve una lesión importante de tibia y peroné durante la pretemporada. Me perdí toda esa temporada, pero, desde el primer momento, el club me dio tranquilidad y confianza. Pasé toda la recuperación con el equipo y, al año siguiente, sin apenas casi jugar, continué.

--¿Siempre has estado en tu casa, nunca en la residencia de la ciudad deportiva, como otros compañeros tuyos?

--Siempre en mi casa con mis padres y mi hermano, lo que te ayuda a crecer en un ámbito familiar y te da más tranquilidad.

--Habrás visto a compañeros cuando eran más jóvenes que estaban fuera de casa. ¿Influye en la carrera de un jugador?

--Sí, veía a compañeros que llegaban de la otra punta de España, con 12 o 13 años, y sufrías observando cómo lloraban a veces entre semana. A lo mejor jugaban mal un partido y no tenían a nadie a quien contarle nada, y eso te impacta, porque tú, por suerte, estás en casa y podías contar con esos apoyos en esos momentos complicados. No todo el mundo poseía ese privilegio por vivir con la familia, como yo.