Fernando Roig tomó la palabra y, de un plumazo, disipó esa incómoda nube que sobrevolaba el Estadio de la Cerámica en la presentación de Dani Parejo, que pasa de capitán del Valencia a nuevo estandarte del Villarreal CF las cuatro próximas temporadas. Después del preámbulo, el centrocampista madrileño, como Francis Coquelin el día anterior, no escondía su ambición: pelear por un título desde este mismo ejercicio y, el siguiente, volver al lustre de la Champions.

«No es lugar ni el momento de hablar de algo que no sea el Villarreal. Hay que tener respeto por el pasado y no renunciar a la historia: yo también tengo un pasado parecido a él [Parejo], pero solo pienso en amarillo», expresó, de entrada, Roig. «Pido el máximo respeto para él y para el club nuevo que lo ha fichado», ahondó el presidente. «Este es un sitio de paz, remanso y tranquilidad: hay que disfrutar este momento, que es presentar a un grandísimo jugador», zanjó el máximo dirigente del Submarino, que volvió a exhibir «las buenas vibraciones» que transmite el nuevo proyecto.

EL PROTAGONISTA

El protagonista tomó la palabra y esquivó cualquier cuestión relacionada con su sonada salida de Mestalla. «Es un orgullo estar aquí y formar parte de la familia del Villarreal», arrancó. «Todo el mundo, jugadores que ya no están aquí y que son amigos míos, me han hablado del trato al futbolistas, de que voy a estar a gusto», comentó el madrileño en toda una declaración de intenciones. «Estoy aquí para hablar del Villareal. Estoy orgulloso de mi pasado, pero sería una falta de respeto para mí hablar de otras cosas: me preocupa el presente y el futuro», fue lo único que concedió.

«HE ELEGIDO BIEN»

En la vertiente más deportiva, el centrocampista destacó que «el club está haciendo un gran esfuerzo, no solo conmigo, sino con todos». «Cada vez que vista esta camiseta y estos colores, lo voy a dar todo», constató. Parejo, que habló de que primó lo futbolístico sobre la cuestión familiar a la hora de decantarse por la propuesta del Submarino («he elegido bien: estoy en el mejor en el que podía estar»), analizó que «su estilo, su forma de jugar, de ver el fútbol, de pensar y de ejecutar, me viene muy bien».

Pese a que su vida ha dado un giro, aterriza sin problemas en el vestuario de La Cerámica. No solamente por la presencia de Coquelin, sino porque conoce «a muchos más futbolistas con los que he jugado y con los que tengo mucha amistad, de haber coincidido, incluso, en la selección».

Su llegada se relaciona con el gran vacío que ha dejado la marcha, por ejemplo, de Bruno Soriano. «Es una responsabilidad que hay que afrontar: nunca me escondo, soy participativo y me gusta llevar el tempo de partido. Me ha traído hasta aquí el descaro, no voy a cambiar. Que me comparen con Bruno y Senna es un orgullo y un reto, no son futbolistas cualquiera», manifestó sin tapujos.

Las metas, muchas y ambiciosas: «El Villarreal siempre ha demostrado que es un grande de España, no es casualidad que muchos de sus jugadores sean internacionales. Vengo a jugar la Champions y a luchar por títulos, ojalá este año podamos ganar el primero». Y a medio plazo, volver con la Roja para la Eurocopa.