El Villarreal ya olfatea la posibilidad de la Champions y ante la ambición del equipo de Javier Calleja la Real Sociedad fue anoche un juguete en las manos de los amarillos, a los que les bastaron 20 minutos para sentenciar un choque que les mantiene a un punto del Real Madrid, pero ya con el Valencia, al que todos ven como el enemigo a batir en esta segunda vuelta, a tan solo tres puntos y con la ventaja de la victoria cosechada en Mestalla, que podría ser decisiva en caso de tener que acudir a los enfrentamientos particulares al final de la Liga.

El Villarreal empezó a ganar el choque de ayer antes de su comienzo. El once de la Real denotaba que Eusebio no lo tenía demasiado claro para atajar la sangría donostiarra e intentar salvar una plaza en el banquillo que, tras lo de anoche, se le podría haber escapado definitivamente al técnico de La Seca. Sin habituales de su juego ofensivo como Juanmi o Canales, con tres centrales y con un debutante Toño en la portería, su planteamiento apenas aguantó en pie cinco minutos y solo se atisbó cierta reacción cuando el choque ya se le había ido de las manos con un 3-0 en apenas 19 minutos.

La Cerámica impuso su ley a las primeras de cambio, como si la racha de partidos sin ganar rota solo siete días atrás ante el Levante nunca hubiera existido. Los primeros movimientos bien trenzados por el Submarino desembocaron en un córner, y este con el impoluto cabezazo de Víctor Ruiz (minuto 4) a las redes de la Real Sociedad. Al central catalán, necesitado últimamente de revulsivos, ni siquiera pudo detenerle un agarrón previo al remate, que supuso el 1-0.

DOS GOLES EN TRES MINUTOS

Los pobres cimientos con los que se presentaron los donostiarras en La Cerámica empezaron a desmoronarse, y lo hicieron totalmente pasado el cuarto de hora. Solo hizo falta algo de insistencia de Castillejo en la presión sobre Raúl Navas. Los nervios de Toño hicieron el resto, con un rechace tímido a los pies de Bacca que solo tuvo que asistir a Pablo Fornals para que el castellonense anotara su tercer gol de la temporada. Con la Real todavía pensando como se le había escapado el partido en dos acciones una arrancada del renacido Ünal inició la jugada del 3-0. Asistencia del turco a Bacca, que en el área casi nunca duda sobre la mejor acción a emplear: recorte para dejar sentado a Toño y el tercero de los amarillos a la red (minuto 19). Fiesta en el Estadio de la Cerámica y 70 minutos de partido por delante para paladear la segunda victoria consecutiva como locales.

Solo con todo perdido sacó el conjunto de Eusebio algo de amor propio. Los vascos aprovecharon la lógica semirelajación del Submarino para poner un paréntesis en el aluvión de efectividad de los de Calleja e intentar proponer algo en su cuarta derrota consecutiva de este 2018. La Real no pudo sorprender con el balón en juego la sólida línea defensiva amarilla, en la que a la recuperación de la mejor versión de Víctor Ruiz se sumó otra lección de temple de Il Capo Bonera, que incluso se atrevió a recortes arriesgados a la hora de sacar limpio el balón desde atrás.

Aun así, la Real pudo sacar rendimiento a la corpulencia de algunos de sus efectivos en el balón parado. Una falta lateral botada por Illarra fue cabeceada por Llorente (minuto 23) a las mallas de Asenjo, un pequeño espejismo en medio del desierto de ideas realistas en La Cerámica, un estadio que se le volvió a atragantar en la Liga, como lo viene haciendo desde el 2006. Casi nada. Solo 10 minutos tardó el Villarreal en volver a ordenarse y abortar el atisbo de reacción visitante.

Castillejo, que hasta entonces estaba brillando más a la hora de tejer red de contención del rombo de Calleja, decidió sacar la varita pasada la media hora para convertir un triunfo cómodo en goleada. El malagueño se lució ante Lopetegui, en la tribuna, para marcar uno de los mejores goles de la Liga como si nada. Llegó al vértice del área, miró, recortó y envió con su izquierda un remate tan templadito como letal lejos de las manoplas de Toño, que nada pudo hacer por evitar que la fiesta siguiese al máximo.

Tan fácil solventó el Villarreal que ni siquiera le hizo falta el dominio de la posesión para aplastar a la Real, que tuvo mucho tiempo el balón, pero sin saber qué hacer con él. Esta vez el tanto por ciento de la efectividad fue el decisivo, y los amarillos mostraron un acierto escalofriante de casi el 100%.

UN RESPIRO

El 4-1 permitió al Submarino parapetarse en su zona en la segunda parte y esperar alguna imprecisión de su rival para salir y hurgar un poco más en la herida de la Real. Quizás el Villarreal sesteó demasiado, pero la ventaja clarísima se lo permitía. Por supuesto, la saturación de minutos de un centro del campo que, salvo Castillejo, lo ha jugado prácticamente todo en lo que llevamos de Liga. El precio no salió demasiado caro, solo el tanto de Willian José (minuto 57) tras una imprecisión en una salida del área propia.

Pero el Villarreal ya se había ganado a pulso tras la primera parte el premio de cierta relajación. La victoria nunca peligró en un Estadio de la Cerámica que ha recuperado la fiabilidad. Esa en la que quiere apoyarse el Villarreal para seguir viendo a tiro de piedra el retorno a Champions.