Hace unas semanas, en plena euforia por los fichajes de relumbrón, recordaba que esta plantilla tiene buena pinta, pero decía que los partidos se ganan en el campo. Y para ganar la intensidad tiene que ser siempre máxima porque con el nombre no basta.

En esa línea, tampoco me parece justo cargar a Unai Emery con la presión de que este Villarreal tiene que meterse en Champions sí o sí. A lo que sí está obligado es a competir y a no ofrecer la imagen de horror del primer tiempo del Camp Nou.

Unai Emery tiene que hacer su trabajo, saber que debe exprimir lo mejor de sus jugadores y quitarse de encima esa sensación de que compite contra lo que otro cuerpo técnico hiciera anteriormente. Emery, el Villarreal, tiene que enfrentarse a los rivales de LaLiga 20-21. Espero que al técnico vasco no le afecte y se quite de encima esa losa del quinto puesto de la temporada pasada.

Su trayectoria es incuestionable. Todos los informes de primera mano que poseo de Unai Emery me hablan de un excelente entrenador, que trabaja 24 horas al día y de su gran categoría humana. Nunca he hablado con él. No vale la extrapolación con Calleja ni tiene que cargar con la salida del madrileño.

No me gustó nada la actitud contra el Barcelona de algunos jugadores ni tampoco la sensación de acomodamiento. Si algún futbolista piensa que está en un club sin presión, en el que no existe ambición, creo que se ha equivocado de sitio. La plantilla posee variantes para evitar posiciones cómodas y la titularidad se gana no por el currículo sino por los indicadore del GPS de cada jugador en el campo, al estilo Moi Gómez, por ejemplo. El ridículo de la primera parte ante el Barça no puede repetirse. Las milagrosas paradas de Asenjo evitaron una goleada de escándalo.

El más ambicioso de todos los jugadores del Villarreal se llama Fernando Roig, que a sus 73 años está al pie del cañón en su grupo de empresas, con 2.200 empleados al cargo, a primera hora cada día. Y termino como empezaba, para ganar hay que correr mas que el rival. No tengo dudas de Emery. Hay que dejarle trabajar.