Fernando Roig Negueroles ya había estado a punto de fichar a Unai Emery años atrás, cuando todavía estaba caliente aquel partido de Mestalla en el que Jonas marcó un gol en el último minuto que dejaba en la UCI al Villarreal. El incidente con Carlos Carcedo, segundo de Emery entonces, fue difícil de digerir. El Villarreal descendió por su propios deméritos, no por culpa de aquella derrota. Emery, y sus jugadores aquel día, solo hicieron lo que su entrenador les inculcaba siempre que no era otra cosa que ganar, diferente al miedo con el que saltó el equipo de Lotina.

Emery es expresivo, comunica bien y transmite al futbolista. Una de sus virtudes es que siempre elige la distancia más corta entre dos puntos que es la línea recta, aunque a veces sea visceral. A lo que pocos le ganan es en su capacidad de trabajo. Obsesivo y hasta excesivamente meticuloso, pero es una virtud que el técnico sea el primero en aterrizar en Miralcamp y muchas veces el último en marcharse.

He visto todos los partidos del Villarreal de esta era de fútbol sin público, triste y desangelada, que nos dejó el coronavirus. Como les dije una vez en esta columna lo compararía a la paella de bote y solo una vez observé un equipo sin alma y que no parecía de Emery: en el Camp Nou ante el Barça. Ni compitió aquel día ni el que estaba en el banquillo era el entrenador que profesa un gran respeto por cualquier rival, sea el Leoia o el colista Osasuna. No estuvo nada afortunado. Desde entonces, han pasado 17 partidos, sin contar el no disputado ante el Qarabag, y el Villarreal ha jugado en ocasiones mal, como ante el Elche, y bien como ante el Real Madrid, pero siempre ha sido un bloque reconocible, competitivo, correoso y, lo más importante, ambicioso, pero cauto, no jugándose nunca a la ruleta rusa los puntos.

La elección del once inicial en ocasiones no es fácil, pero sí estoy convencido, y lo ha demostrado, que alinea a los que considera mejores, sin importarle la presión mediática, el nombre o cualquier otro tipo de circunstancia, incluso no haber debutado aún en Primera.

He vivido noches ridículas en la Copa como aquel 5-0 en Ejido o dolorosas como la derrota ante el Mirandés la temporada pasada. El miércoles ante el Leoia, en un campo lleno de barro, vi competir como nunca al Villarreal, en un partido de esos que antes daba terror.

Emery va a pelear las tres competiciones y si por tener opciones de alcanzar una final, tiene que dejar en segundo plano un partido de Liga, no tengo dudas de que lo hará. Viene con ilusión y ganas de darle a Roig ese título que el mejor presidente del LaLiga se merece. Todo ello dicho desde la buena valoración que otros técnicos del club me merecen, incluido Javi Calleja, cuya trabajo y amor por el Villarreal merecen respeto.

Emery es un técnico top, que le está dando su toque al Villarreal. Y ha llegado con mucha humildad.