El Villarreal pone tierra de por medio con el descenso, ahora a cinco puntos. Un colchón importante que puede convertirse en definitivo si se logra el triunfo el domingo ante el Huesca. Un gol de Gerard Moreno en el minuto 85 daba tres puntos vitales y, lo más importante, escenificaba que este equipo de Calleja ha tomado nota de sus errores y se ha convertido en un equipo fuerte defensivamente y competitivo, que sabe ya controlar sus impulsos y minimizar sus errores. Un Villarreal eficaz y eficiente, que ha aprendido a ganar con oficio, como anoche en Anoeta. Si la temporada durara dos meses mas, este Villarreal pelearía por cotas mayores que la permanencia. Los amarillos atraviesan ahora por un momento dulce. La conjura del vestuario, que comenzó a fraguarse en el Villamarín, ha sacado al Submarino del fango. Ahora hay que rematar la faena el domingo en la Cerámica. Sí, se puede. Lo han demostrado.

Real Sociedad: Rulli; Zaldua, Navas (Le Normand, min. 76), Aritz, Aihen Muñoz (Theo Hernández, min. 73); Rubén Pardo (Barrenetxea, min. 71), Sangalli, Merino; Juanmi, Willian José, Oyarzabal.Villarreal: Andrés Fernández; Mario Gaspar, Álvaro, Funes Mori, Quintilla (Cáseres, min. 82); Samu Chukwueze, Iborra, Santi Cazorla, Fornals; Toko Ekambi (Pedraza, min.71), Bacca (Gerard Moreno, min. 46).Goles: 0-1, min. 84: Gerard Moreno.Árbitro: Munuera Montero (Comité Andaluz). Amonestó a Navas, Oyarzabal, Funes Mori, Toko Ekambi.Incidencias: Partido de la trigésimo cuarta jornada de la laLiga Santander. 20.060 aficionados acudieron al estadio de Anoeta. Fuerte pitada al final del encuentro para los realistas.

Anoeta vivió una primera parte a cámara lenta. Fútbol lento y con escasa profundidad, al que tampoco ayudó el césped alto de Anoeta. Un Villarreal ordenado y aplicado en defensa, pero con problemas para generar ataque. Y eso que Calleja apiló jugadores con vocación ofensiva, repitiendo dibujo y el equipo que venció al Leganés. Un 4-2-3-1, que por las características de Chukwueze y Toko Ekambi se convertía casi siempre en un 4-3-3, porque tanto el nigeriano como el camerunés apenas cerraron espacios en las bandas.

El Villarreal no sufría pero tampoco hacía cosquillas a su oponente. Cuatro arreones de Chukwueze y algún destello de Toko Ekambi. Con ese escenario era casi imposible que el 0-0 inicial se moviera. Un punto que no era malo para los amarillos, pero tampoco les sacaba de pobres, después de los resultados de una jornada intersemanal poco propicia. Pero los buenos equipos se construyen desde el orden y el equilibrio, cualidades que destacaban en el Submarino de Anoeta, aunque ni Real ni Villarreal generaron algo próximo a una ocasión digna de mención.

CAMBIO DECISIVO

Calleja dejó a Bacca en el vestuario al descanso y dio entrada a Gerard Moreno. El guión no varió lo más mínimo. Fútbol de tanteo y escaso riesgo. Defensas superando en los pulsos a las delanteras y muy poca presencia de los jugadores creativos. Hasta que sonó el despertador para el Villarreal, que empezó a darse cuenta de que con un poco más de ambición podía llevarse los puntos ante un rival a quien no parecía irle nada en la batalla. Poco a poco se fue estirando el Submarino y Samu empezó a poner esa velocidad y desequilibrio que desestabilizan a los rivales. Un potente tiro del nigeriano fue rechazado con aprietos por Rulli, quedándole el rechace a Toko Ekambi casi por sorpresa. El Villarreal empezaba a mostrarse.

A la vez, el encuentro entraba en esa fase en la que estirarse demasiado podía ser un riesgo, más cuando el actual Villarreal necesita reforzar partido a partido la que ha sido su cruz gran parte de la temporada: la defensa. Calleja empezó a vislumbrar debilidades y poca aportación en el balance defensivo de Samu y Ekambi, y decidió dar músculo y oxígeno a la medular con Pedraza. Se juntaron líneas y se cedió campo a la Real, que tampoco sabía qué hacer con el balón y era feliz con el 0-0.

Los amarillos continuaron a lo suyo. Serios y aplicados. A base de golpes, el equipo de Calleja ha aprendido que los partidos duran 90 minutos y nunca hay que perder el equilibrio táctico. El entrenador también ha ganado en oficio para saber manejar los partidos. ¡Tantos puntos se escaparon en los minutos finales! La salida de Cáseres por Samu era un indicador claro. El Villarreal echó mano de orden y solidaridad colectiva. Paciencia y paciencia. Y llegó esa ocasión, ese toque de fortuna que antaño siempre iba en contra.

CAZORLA Y GERARD

El reloj señalaba el 85 cuando Cazorla acarició el balón y lo metió en el área, Gerard se elevó entre la defensa y conectó un remate de 9. El balón murió en la red. Eficacia máxima. El Villarreal ha dado un giro radical. Ya no es un equipo fácil, que se resquebraja a la primera. El sufrimiento le ha fortalecido. Aun tuvo ocasión para abrir más hueco en las botas de Fornals, pero supo manejar bien la recta final. Un triunfo justo, tercero consecutivo, que sirve para despegar y escapar de las aguas pantanosas. El domingo, ante el Huesca, se puede dar el paso definitivo para concluir con decoro una Liga de sufrimiento máximo. Ahora el Villarreal es un equipo de fútbol. Calleja ha reencontrado el camino.