El árbol de Teneré era una acacia que fue considerada durante mucho tiempo el árbol más solitario y aislado de la Tierra. El último superviviente de un grupo de árboles que crecieron cuando el desierto era mucho menos seco que hoy, un tiempo en el que la arena estaba llena de lagos y vida. Pero llegó la desertificación y nuestro árbol pasó décadas en soledad. Hasta que, a principios del siglo XX, una caravana de Tuaregs en dirección a Níger lo descubrió y pasó a ser un árbol referencial y venerado. En 1974, un conductor ebrio chocó contra él, poniendo fin a su vida.