El Lazarillo trata de la marginación, el hambre y la vivencia dura de la infancia. Los paralelismos entre el mundo del niño que acompaña al ciego y la situación de tantos niños del tercer mundo que mueren de inanición son obvias. La historia se repite una y otra vez. La obra afronta un problema universal: hoy también la apetencia actual se mueve en torno a la ambición y el poder. Es como una metáfora que todo el mundo entiende, es un mundo, un pozo de vida y significados que te conducen.

Nace en una época de enormes desequilibrios entre el mundo oficial de la Corte y el real, de hambre. Y antes igual que ahora, no se puede ser feliz en un mundo desgraciado, porque las vidas maltratadas tienen que ver con la tuya.