El próximoviernes 2 de septiembre,a las 12.00h., tendrá lugarla inauguraciónde la exposición«Mundos Fantásticos» de la artista Marina Sailer. La muestra sepodrá visitar hastael próximodía 30 de septiembre de 2022.

EL ALETEO DE LA MARIPOSA DE LA SUERTE

Sobre la obra de Marina Sailer

¿Escenarios como los de los antiguos maestros? Marina Sailer tiene demasiada imaginación en la cabeza como para quedarse en eso. Todo empuja hacia afuera, clama por ser atrapado: historias, acontecimientos, situaciones, jirones de sueños, recuerdos, marañas de colores y déjà vus. Sus ganas de contar historias son realmente infinitas y su formación académica artística es la mejor herramienta para ofrecerle una plataforma perfecta a su obra. Nos revela simultáneamente algo que ya conocíamos junto a algo increíblemente nuevo. Yo, que recibo cada día cientos de imágenes de todas las formas habidas y por haber, nunca he visto nada igual.

Quienes tienden a meter todo en cajones tendrán problemas con este tipo de obra pictórica, ya que no hay cajón que valga.

Pues, aunque a veces nos encontremos con escenarios surrealistas, ¿sigue considerándose surrealismo la anulación absoluta de toda ley de la naturaleza? A la artista le da igual. Alegre. Lleno de color. Marina Sailer es una narradora posmoderna que prescinde de las palabras y utiliza las imágenes (internas y externas) para crear mundos propios completamente nuevos. Cosmos únicos que hacen que el espectador, una vez dentro, desee poder estar allí, formar parte de ellos.

En este momento me siento solo. Pero también siento una infinita curiosidad, inmerso en un ambiente que es pura experiencia, en ocasiones poblado por personas, sintiéndome obligado a sumergirme en la situación con una tranquilidad contemplativa. Ahora estoy dentro. Mundos que hacen sentir bien, que cuentan cuidadosamente de los tesoros, que suponen experiencias de la joya de la corona, sin que les ciegue la melancolía. Son más bien sabios, rebosantes de sabiduría y experiencia. La flora se abre paso reclamando un terreno ya cedido con una fuerza suave, dulce y aun así estoica.

Los protagonistas de la fauna han sido elegidos con esmero. No, el mono no es una metáfora de la estupidez, sino el símbolo de esa parte humana que es libre. Representa más bien el sentimiento de lo que reprimimos demasiado a menudo: Perseguir nuestros deseos sin límites, de forma pueril y con una levedad consciente. Lo mismo ocurre con la mariposa que encontramos con frecuencia en sus cuadros. ¿Le preocupa su efímera existencia? No, revolotea feliz entre las infinitas imágenes de Sailer, ¡libre! Es precisamente en estas escenas donde se encuentra el espíritu de Marina Sailer, que se aferra con una sonrisa radiante al final positivo y feliz de cada historia.

Nunca intente discutir sobre los peligros de la vida con esta irremediable optimista desbordante. Más que feliz, les restará importancia. No obstante, sabe dónde está la realidad. Sabe muy bien que el peligro también existe en cualquiera de sus formas.

Sí, Marina Sailer es una realista inteligente. Sus imágenes los son también, con un increíble impulso hacia lo bueno. No es el final feliz, bonito y superficial de una descolorida película de Hollywood de los años 60. Es su propio análisis de la vida, en el que, por supuesto, también han dejado huella experiencias difíciles. Eso sí, siempre transformadas en pensamientos buenos, amables y positivos con el mismo resultado.

La pintora no es en absoluto una escenógrafa que ilustra escenarios. Es, mejor dicho, una arquitecta con ingenio especializada en construcciones bidimensionales sobre lienzo bajo un dosel emocional y un vocabulario de creación aparentemente interminable, lleno de ornamentación rica en significado.

Quien conozca a la artista, la amará. Y cualquiera que se involucre con su trabajo, se tome tiempo, se sumerja un poco y se abra, acabará amando también su obra, se empapará de ella y sentirá que es una dicha de imagen y color. Una dicha que se respira.

Esta no es la única razón por la que la obra de Marina Sailer destaca con agrado entre un ejército de acróbatas del pincel. Me gustan especialmente esos artistas que tienen su propio trazo. No solo porque se han vuelto muy excepcionales. Me encantan y los admiro porque se concentran en lo esencial, porque son capaces de expresar con total idiosincrasia, con una imaginación inagotable y una habilidad magistral. Combinan la artesanía perfecta con sabiduría, espíritu, energía y con un poder de decisión cargado de humor. Insoslayables y con un desinterés total por a quién puedan agradar o no.

Es verdad que puede que la haya loado demasiado: No era mi intención. Quería escribir sobre la obra de Marina Sailer, pero qué hacer si me despierta tanta empatía y cariño.

Michael Marius Marks, historiador de arte y galerista