Bailar y sentir que, bailando, me nace una segunda piel: que habla por mí, que alborota mis emociones; que, desnuda, me viste y me transforma: mi piel flamenca.

Buscar en las imágenes rayadas de los maestros de ataño, en sus voces de gloria o de sal negra, el íntimo secreto de lo que me nace a flor de piel cuando bailo. Hurgar en la memoria de lo vivido y de lo soñado para urdir la sustancia cabal de esta Segunda piel. Un espectáculo donde sigo indagando y creando para aportar un grano de arena mas en la evolución del flamenco.

Siento un profundo respeto por la tradición, no por ser tal, sino porque es la raíz la que agarrarme, desde la que partir: para evolucionar, para procurar no perderme en el camino. Es un trabajo donde profundizo en la labor creativa a partir de mi propia emotividad. Por ello intento huir de los arquetipos del grito que daña el oído, y del gesto estentóreo, para transitar por los rincones del intimismo; del lirismo en plenitud, que sólo comparece cuando se encuentran extraña armonía, la palabra, la música y el movimiento dancístico.

Siempre he buscado crear según mis necesidades. Siempre he intentado dar forma y expresión a lo que quiero contar, depurando mi técnica, mi estilo y mi verdad. Mi punto de partida siempre he sido yo misma, como persona. Nunca he puesto en primer lugar lo que puedo o no puedo hacer, lo que debo o no debo hacer como mujer. Lo que hago es el resultado de esta visión personal , exploro hasta donde puedo llegar, siempre desde la cuerda floja, desde el riesgo. La danza es mi forma de vida.'