Nacido en Madrid en 1979, Alberto Mielgo lleva más de dos décadas dedicado al mundo de la animación, a lo largo de las cuales ha participado en proyectos cinematográficos tan relevantes como 'La novia cadáver' de Tim Burton o 'Harry Potter y las reliquias de la Muerte' de David Yates, a los que hay que sumar colaboraciones con el grupo Gorillaz, el diseño de las introducciones del videojuego 'The Beatles: Rock Band' y la dirección de arte de la serie de televisión 'Tron: La resistencia', gracias a la cual obtuvo un premio Emmy. “En realidad, Emmy tengo más de uno. 'Amor, Muerte y Robots', el proyecto que hice con Netflix, por ejemplo, se llevó cuatro en una misma noche. Bueno, en una misma noche es como se lo llevan todos, la verdad”, explica a El Periódico de España.

El pasado 8 de febrero se hicieron públicas las nominaciones para los Oscar 2022. La Academia de Hollywood decidió que este año, además de las más mediáticas candidaturas de Penélope Cruz y Javier Bardem, así como la del compositor Alberto Iglesias por la banda sonora de 'Madres paralelas' (es su cuarta nominación), Mielgo compita en la categoría de mejor cortometraje de animación con 'The Windshield Wiper' ('El limpiaparabrisas'). El ilustrador, que en este caso ejerce también de director y guionista, no oculta su emoción y reconoce abiertamente que llevarse el Oscar “sería algo absolutamente brutal”.

¿Realmente es tan importante ganar la estatuilla?

La importancia de estos premios vinculados a una industria tan específica, no radica tanto en colgarte una medalla, sino en la cantidad de puertas que te pueden abrir. Llevo muchos años en la industria, tengo una agencia muy potente en Hollywood, contactos muy buenos, proyectos a futuro bastante increíbles y, aunque la nominación ya es en sí una pasada, ganar un Oscar me daría muchísimas oportunidades en lo que se refiere a inversores o a gente que quiera trabajar conmigo. Ahora estoy desarrollando dos o tres largometrajes y, si con esto alguien se quiere subir al cuarto, pues mejor.

"Ganar un Oscar me daría muchísimas oportunidades en lo que se refiere a inversores o a gente que quiera trabajar conmigo"

En la carrera por el Oscar, tan importante como la calidad de la obra nominada es la capacidad de captar el voto de los académicos. ¿De qué manera se enfrenta a esta situación como productor independiente?

Somos un pez muy, muy, muy chiquitito en comparación con los otros nominados. En nuestro caso no tenemos demasiado presupuesto para esta tercera fase en la que es muy importante llegar al máximo número de votantes. Las campañas tradicionales suelen contratar un anuncio a toda página en el 'Variety' o poner un cartel en una calle, pero eso puede suponer la totalidad de mi presupuesto porque estamos hablando de miles de dólares.

¿Qué van a hacer entonces?

Usaremos la imaginación. Hablaremos con la prensa, intentaremos tener ideas originales y aprovecharemos las limitaciones impuestas por el covid para hacer promoción online. Además, como soy el dueño del corto y básicamente puedo hacer lo que quiera con él, hemos decidido ponerlo gratis online para que se pueda acceder fácilmente a él y que los fans lo apoyen y compartan.

¿Qué es lo que se valora a la hora de darle un Oscar a un corto de animación? ¿La historia? ¿El virtuosismo en el uso de las técnicas de ilustración?

Se valora todo, como en cualquier película, pero, al final, lo que cuenta es que el corto al que votas te haya gustado más que los demás. En el caso de 'The Windshield Wiper' la narrativa no es convencional, pero su temática sí. El amor es un tema que llega a mucha gente porque cualquiera se ha visto alguna vez reflejado en las situaciones que viven los personajes. ¿Quién no ha estado en una playa echando un cigarro el día antes de romper una relación? ¿Quién no se ha arrepentido de haber dejado a una persona o quién no ha tenido depresiones?

En 'The Windshield Wiper' tienen gran importancia las localizaciones. Lugares muy reconocibles de Berlín, Londres, Madrid, San Lorenzo del Escorial o Tokio. ¿Era una forma de que el espectador se sintiera aún más vinculado a unas historias ya de por sí universales?

Vivimos en un mundo muy tecnificado en el que el amor siempre va un poco por detrás de esa evolución social. Esa situación se produce en Nueva York, en Hong Kong y en cualquier ciudad puntera o semipuntera en la que todo el mundo tiene su teléfono móvil, escucha la misma música y tiene el mismo tipo de obligaciones. Es un mundo en el que el valor de la familia y las relaciones ha cambiado radicalmente y era justamente de eso de lo que quería hablar: del amor hoy en día.

Además de ilustrador y director artístico en el campo de la animación, usted es pintor con un estilo muy reconocible, al que no ha renunciado en 'The Windshield Wiper'. ¿Se podría decir que su cortometraje es un trabajo de autor?

Sí, totalmente. Los últimos proyectos que he estado haciendo como director, incluso cuando han tenido un cliente detrás como Netflix o Ubisoft, tienen ese estilo. Me involucro mucho en el diseño de personajes, en hacer los fondos y el resultado es muy personal, entre otras cosas, porque nunca he ido a una de escuela ni he aprendido las técnicas clásicas de la pintura. Cuando me he encontrado con dificultades en mi trabajo, las he tenido que resolver como he podido. De alguna manera, mi arte es como es porque no tenía ni idea de lo que hacía.

¿Quiere decir que no tiene ninguna formación artística?

Ninguna. Por cómo se fue desarrollando mi vida nunca cursé una carrera. Estuve en la escuela de animación hace mucho tiempo, pero tuve que dejarla a los seis meses porque no me la podía pagar. También hice el examen de acceso a Bellas Artes, pero solo fui a clase de septiembre a noviembre porque me marché a Londres en busca de trabajo. Todo lo que sé lo he estudiado por mi cuenta o trabajando ya profesionalmente con gente increíble de la que se aprende muchísimo.

"Nunca cursé una carrera. Todo lo que sé lo he estudiado por mi cuenta o trabajando con gente de la que se aprende mucho"

¿Qué hacía en Inglaterra?

Me fui de España a los 18 o 19 años. Mi novia se había ido a Londres y yo también me fui para allá. Trabajé en un bar y, de vez en cuando, surgía la oportunidad de trabajar en una película. Aunque no había estudiado, sí tenía conocimientos de animación y del ritmo de la narración porque, desde pequeño, había hecho 'flip-books' en los libros del colegio. El problema era que, cuando se acababa la película, tenía que volver a trabajar en un bar o en una cocina. No obstante, llegó un momento en el que un proyecto llamó a otro y la gente empezó a confiar en mí. Al final, entré a trabajar en Disney y fundé pinkman.tv para desarrollar proyectos propios o con otros grandes estudios.

A pesar de que la industria cinematográfica no es especialmente potente en nuestro país, España tiene un gran prestigio en el campo de la animación. ¿Lo nota en el mercado internacional?

España es muy puntera en animación y producción de animación. Hay empresas muy buenas, hay cantidad de profesionales increíbles y se está invirtiendo mucho para que grandes empresas como Netflix o Amazon traigan proyectos aquí. De todas formas, aunque pudo haber una época gris, siempre ha sido así. Si te fijas en 'Conan', en las películas del Oeste que se hacían en Almería, España siempre ha sido una tierra muy buena para rodar. Además, lo bueno que tienen empresas como Netflix es que no les importa de dónde seas mientras seas bueno. Mis últimos tres trabajos, por ejemplo, los he hecho en Madrid. 'The Windshield Wiper' lo hicimos en Malasaña, un proyecto de Ubisoft lo desarrollamos por la zona de Alfonso XIII y el último, debido a la covid, también lo hemos hecho en remoto desde aquí, aunque no toda la gente era española, sino que procedía de diferentes lugares.

¿Cómo se le plantean las próximas semanas hasta el día de la ceremonia?

La verdad es que ahora mismo ni siquiera tengo muy claro cuándo es la entrega de premios. Lo que sí es seguro es que el sábado me voy a Los Ángeles a hacer todo el trabajo de promoción, a hablar con la gente y preparar un montón de otras cosas en las que también estoy trabajando. Normalmente vivo entre Los Ángeles y España y, si hay un mes en el que uno quiere estar en Los Ángeles, ese es marzo. Si además estás nominado, es la ciudad en la que hay que estar.