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'Blockbuster'

Tom Cruise, la última estrella verdadera, induce un éxtasis colectivo en Cannes

El sobrenatural actor asume el reto de salvar el cine él solo con 'Top gun: Maverick' y asegura que jamás trabajará para una plataforma de 'satreaming'

Tom Cruise, con la Palma de Honor del Festival de Cannes. Reuters

Tom Cruise tiene edad suficiente para ser el abuelo de un piloto de combate pero eso no le ha impedido protagonizar ‘Top Gun: Maverick’, y no solo porque sigue poseyendo un estado de forma fantástico y un cutis fulgente. Es un hombre que ha cargado el peso de toda una industria en crisis sobre sus propios hombros, y probablemente esté convencido de que ponerse de nuevo al mando de un avión del Ejército estadounidense representa el reto más importante de su carrera: salvar el cine.

"Jamás trabajaré para una plataforma de ‘streaming’, porque para mí las películas son algo que se experimenta en comunidad", comentó al respecto este miércoles en el festival de Cannes durante su encuentro con un público en estado de éxtasis colectivo, horas antes de que el certamen acogiera la presentación internacional de la esperada secuela. Dirigida por Joseph Kosinski -que ya trabajó al lado de Cruise en ‘Oblivion’, drama de ciencia-ficción tan reluciente como vacío-, la película finalmente llega a los cines después de ir posponiendo la fecha de su estreno sucesivamente durante más de dos años, mientras otros ‘blockbusters’ trasladaban el suyo a las plataformas de video bajo demanda. Algunos sin duda se preguntarán qué necesidad hay de ella a estas alturas, pero en cualquier caso es una película incapaz de decepcionar, porque proporciona exactamente lo que se espera de ella, en todo momento.

Tom Cruise, ovacionado a su llegada a Cannes

Tom Cruise, ovacionado a su llegada a Cannes Agencia ATLAS | Foto: EFE

‘Maverick’ llega 36 años después de ‘Top Gun: ídolos del aire’ (1986), aquella oda a las máquinas que vuelan y rugen y a los músculos sudorosos de hombres que juegan al vóley playa que se erigió en uno de los ‘blockbusters’ más icónicos de su década. Dirigida por Tony Scott antes de la eclosión de los efectos digitales, la obsesión de Hollywood por las secuelas y mucho antes del ‘streaming’, hoy es algo parecido a una reliquia. Lo mismo puede decirse de los pilotos de combate en un Ejército dominado por drones y computadoras, y por eso existen obvios paralelismos entre la historia que la nueva película cuenta y la oda a un Hollywood en vías de extinción que representa. "El futuro se acerca, y tú no estás en él", le dicen al héroe titular al principio de la película.

Tu mejor hombre

Pero Maverick sigue siendo Maverick del mismo modo que Cruise sigue siendo Cruise. Y aunque el uno y el otro en teoría regresan a la academia de vuelo Top Gun para instruir a una nueva remesa de pilotos, desde el principio queda claro que, por supuesto, no permanecerán en tierra durante mucho tiempo. Cuando tienes una misión imposible que cumplir, debes recurrir a tu mejor hombre.

Resulta imposible no entender ‘Top Gun: Maverick’ como un homenaje a la que probablemente es la última estrella verdadera de Hollywood. De hecho, como en realidad todas las que Cruise estrena últimamente, la película funciona a modo de reivindicación de las cualidades sobrehumanas tanto del actor como de los héroes que encarna. Su reparto incluye, además del propio Maverick, dos tipos de personajes: los que se limitan a mostrar su admiración frente a la genialidad del piloto, y los que se quejan de su tendencia a romper las reglas... antes de rendirse a su genialidad. Y la reverencia que se le dedica en los últimos compases de la película roza el culto religioso.

Acrobacias deslumbrantes

Hasta ese momento, los esfuerzos de ‘Maverick’ por apelar a la nostalgia son constantes. Su metraje se inicia como el de la primera película, con un himno ochentero de Kenny Loggins sonando de fondo e imágenes de Cruise dándole gas a su motocicleta mientras dibuja una sonrisa lo suficientemente brillante como para ser avistada desde otro planeta. A partir de ahí, asimismo, se rememoran personajes, incidentes y frases memorables de su predecesora; en esta ocasión, eso sí, la carga homoerótica y el impulso patriotero aparecen curiosamente atemperados.

En todo caso, supone una mejora en todos los aspectos -incluso la dentadura de Cruise es mejor ahora que en 1986-, y de manera especialmente asombrosa en uno: sus imágenes de acrobacias en el aire son absolutamente deslumbrantes, el tipo de escenas que inevitablemente el espectador se preguntará cómo fueron capaces de rodar algo así; y la que ocupa el tercer acto de la película, sin duda inspirado en el asalto a la Estrella de la Muerte de ‘La guerra de las galaxias’ (1977), es una de las secuencias de acción aérea más impresionantes jamás filmadas, tan convincente y emocionante que no solo compensa -o casi- todos los clichés y la previsibilidad que la película aqueja hasta ese momento; también, discúlpese la cursilada, logra restaurar parte de nuestra fe en la magia del cine.

Esfuerzos extremos

Decía este miércoles Cruise que preguntarle por los esfuerzos físicos extremos que lleva a cabo en cada una de sus películas es "como si alguien le preguntara a Gene Kelly por qué bailaba"; en otras palabras, es lo que él siente que vino a hacer a este mundo. Y por eso, igual que Maverick, no se da por vencido ni se rinde ni escucha a nadie que le diga que no. Incluso ha decidido que rodará una película en el espacio, porque hará lo que sea para entretener y dejar boquiabierto al público, y para dejarnos claro el valor de un espectáculo cinematográfico en toda regla -como el que ‘Top Gun: Maverick’ por momentos ofrece- en un panorama dominado por feos efectos digitales y contenidos que se ven en pantallas pequeñas. Si no logra salvar el cine, nadie podrá decir que no lo dio todo.

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