El cine, como la vida, está lleno de historias emocionantes de segundas oportunidades. También, de suspense y de espectáculo. El retorno este martes de los Globos de Oro aúna todos esos elementos, y más. Los premios de cine y televisión más vilipendiados, con motivo, retornan tras la travesía del desierto que se inició hace dos años, cuando justo antes de la 78ª edición el diario ‘Los Angeles Times’ expuso de forma cristalina los numerosos y variados problemas que asolaban a la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA por sus siglas en inglés). Y tras un año de boicot y ostracismo forzoso, reformas y cambios, la 80ª edición llega en busca de redención.

La industria de Hollywood, apurada por el declive de asistencia a las salas incluso cuando detrás y delante de la cámara hay nombres de peso como los de Steven Spielberg o Cate Blanchett, parece dispuesta a darles una oportunidad, consciente de que los Globos han sido siempre y sobre todo una herramienta de publicidad y mercadotecnia. Y aunque sigue habiendo incertidumbre sobre cuánta presencia del ’star system’ volverá a reunirse en el Beverly Hilton (con ausencias ya anunciadas como la de Brendan Fraser, nominado por ‘La ballena` y que hace años acusó a un directivo de la HFPA de tocarle inapropiadamente), se anticipa el regreso del glamour y la fiesta en una gala donde ya han confirmado su presencia presentadores como Quentin Tarantino y Ana de Armas, una de las actrices nominadas, así como Eddie Murphy y Ryan Murphy, que aceptarán premios honoríficos.

Enfrentada al hundimiento generalizado de las audiencias de este tipo de retransmisiones de premios, y con sus propios números diezmados (pasó de 17 millones de espectadores antes de la pandemia a siete en 2021) la gala vuelve a televisión, aunque NBC, que hasta ahora solía firmar contratos por una década, solo se ha comprometido de momento a emitirla este año. Y se ha elegido como maestro de ceremonias al cómico negro Jerrod Carmichael, que tuvo un programa entre 2015 y 2017 justamente en NBC pero no es un nombre que arrastre masas, aunque se ha ganado loas y reconocimientos como un Emmy por su especial de HBO 'Rothaniel', en el que salió del armario.

Nominados y favoritos

Para intentar asegurarse la recuperación los Globos han apostado en sus nominaciones este año por su fórmula habitual. Entre los candidatos elegidos a la categoría de mejor película, por ejemplo, no han olvidado tanto en drama como en comedia o musical los grandes ‘blockbusters’, como ‘Avatar: el sentido del agua’ o ‘Top Gun: Maverick’, combinándolos con otras superproducciones como ‘Elvis’ y ‘Babylon’, títulos de prestigio como ‘Los Fabelman’ de Spielberg, entre los principales favoritos; ‘Todo a la vez en todas partes’, uno de los fenómenos del año, o favoritas de la temporada de premios como ‘Almas en pena de Inisherin’ (su película con más nominaciones: ocho) o la premiada en Cannes ‘El triángulo de la tristeza’.

En televisión la combinación es similar y no faltan entre los nominados títulos como ‘Colegio Abbott’, ‘ Severance’, ‘La casa del dragón’, ‘The Crown’ o la segunda temporada de ‘The White Lotus’. Tampoco están ausentes entre los candidatos nombres habituales en premios de la pequeña pantalla como los de Bob Odenkirk (‘Better call Saul’) y Zendaya (‘Euphoria’).

Cambios

Más allá de tratar de atraer ‘star power’ y con él, audiencias, la apuesta de la HFPA es tratar de convencer a Hollywood y el mundo de que se ha rehabilitado, o al menos está en un serio intento de conseguirlo. Tras las denuncias de falta de diversidad en sus filas el grupo de 96 miembros (incluyendo eméritos) incluyó entre 21 nuevos miembros a seis periodistas negros. Y para decidir los Globos ha contado con 103 votos internacionales (aunque esos votantes no son miembros), lo que dispara los porcentajes de inclusividad. Según el propio grupo, ahora el 52% de los votantes son mujeres y casi el mismo porcentaje es “racial y étnicamente diverso”.

La organización, además, ha hecho una profunda reestructuración formal y, al menos sobre el papel, ética. En verano vendió los Globos a Todd Boehly, el multimillonario financiero que es copropietario de los Dodgers de béisbol y del Chelsea de fútbol. Este ha presentado un plan, pendiente de la aprobación de las autoridades californianas, por el que la organización dejará de ser una sin ánimo de lucro, estatus que solo se mantendrá para los programas benéficos y de filantropía de la HFPA.

Los miembros del grupo ahora son contratados (con un sueldo de 75.000 dólares al año y prestaciones como seguro médico y dental). Y además se rigen por nuevas reglas. Han acabado las ruedas de prensa exclusivas que tenían con los “talentos”; están sometidos a un nuevo código de conducta; tienen prohibido aceptar regalos y límites en los viajes; deben pasar un curso obligatorio de sensibilización sobre acoso sexual, raza y orientación sexual y pueden realizar denuncias en una línea telefónica de la que se encargan dos bufetes de abogados independientes.

La utilidad de esas transformaciones tiene aún que demostrarse. Hay quien cree que la nueva estructuración crea nuevos conflictos de interés y el millonario Boehly, por ejemplo, es también propietario de la productora de la gala televisiva y tiene participaciones en el hotel Beverly Hilton, en las publicaciones de la industria ‘Variety’ y ‘The Hollywood Reporter’ y en la distribuidora independiente A24 (responsable de ‘Todo a la vez en todas partes’, que ha cosechado seis nominaciones).

Los Globos, no obstante, quieren probarse transformados y, de nuevo, relevantes. Y la gala de este domingo puede leerse, como ha hecho ‘The Hollywood Reporter’, como su audición.