La 37ª edición de los Premios Goya debía servir para poner de largo la nueva era del cine español, representada por una formidable generación de jóvenes creadores que han sabido sacar el moho y las humedades pretéritas a través de unas miradas tan renovadoras como audaces. Y de esta gran celebración de lo nuevo y lo vibrante, emergió como gran triunfadora la que partía como favorita en los pronósticos, ni que fuera solo por lo intimidante de sus 17 nominaciones: 'As bestas', el feroz, tenso como un alambre, thriller rural de Rodrigo Sorogoyen conquistó nueve Goya, entre ellos el de mejor película, dirección y guion original.

Fue el suyo un éxito tan apabullante que no dejó ni las migajas al prodigioso fenómeno de 'Alcarràs', de Carla Simón, que a pesar de su delicada grandeza hubo de irse de vacío, lo cual dejó un rastro de tristeza, porque un año tan fértil y plural como 2022 no merecía que una sola película acaparara todos los focos. Dolían los ojos no ver a Alcarràs en el palmarés.

Un momento del homenaje Carlos Sara durante la gala de los premios Goya. Reuters

Como sucediera hace apenas un mes con los Gaudí, en cuya víspera falleció Agustí Villaronga dejando en la gala una dolorosa sensación de pérdida y pesadumbre, la gran fiesta del cine español estuvo marcada por la desaparición, el viernes, del totémico Carlos Saura, que debía recibir el Goya de Honor. Y ese premio fue, precisamente, el primero de la noche: Carmen Maura, que trabajó con él en la estupenda '¡Ay, Carmela!' (1990), entregó el galardón, tras una sobrecogedora ovación que duró varios minutos, a su pareja, la actriz Eulàlia Ramon, y dos de sus hijos, Anna y Antonio. Posiblemente fue uno de los momentos más emocionantes en la historia de los Goya; el corazón en un puño. Ramon leyó una breve carta de agradecimiento que dejó escrita el director de 'La caza' y 'Cría cuervos', en la que aseguraba "estar feliz si mi cine ha aportado algo a la actual generación de jóvenes cineastas". 

En ese contraste, o en esa conexión, entre lo clásico y lo nuevo, entre el viejo maestro y los alumnos aventajados, serpenteó la gran fiesta del cine español, presentada sin excesos (aunque con marcado acento social y reivindicativo) por Clara Lago y Antonio de la Torre. Se viene diciendo, y con razón, que la cosecha del 2022 es excepcional y, salvo la dolorosa y absurda ausencia de 'Pacifiction', de Albert Serra, las nominaciones de este año respondían a la grandeza de una cosecha quizás irrepetible. En total, y a modo de balance, fueron nueve Goya para 'As bestas', cinco para 'Modelo 77' y tres para 'Cinco lobitos', incluida dirección novel para Alauda Ruiz de Azúa.

Mejores interpretaciones

Los premios a las mejores interpretaciones tuvieron discusión, a pesar de que el nivel de todas las nominaciones era mayusculo. El Goya a mejor actor de reparto para Luis Zahera y su trabajo en 'As bestas' estaba más que cantado, lo mismo que el de Susi Sánchez en Cinco lobitos. Nada que decir del merecido galardón para Laura Galán y su fabulosa interpretación en 'Cerdita'. Y muy emotivo, por su relevancia, fue el premio a mejor actor revelación, para Telmo Irureta, afectado de parálisis cerebral, por su excepcional cometido en 'La consagración de la primavera', de Fernando Franco. Los premios principales acabarían recayendo en el gran Denis Ménochet, Goya al mejor actor por 'As bestas';y en Laia Costa, mejor actriz por su papel de madre (e hija) en 'Cinco lobitos'.

Laia Costa recibe el Goya a la mejor actriz protagonista. Reuters

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La gala, en la que hubo una notable representación institucional encabezada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se desarrolló con cierto buen ritmo, más allá de las inevitables servidumbres del formato, pespunteado por actuaciones musicales de entre las que brillaron la inicial de Manuel Carrasco interpretando 'Cantares', de Joan Manuel Serrat; y la de Lolita echándose a la espalda 'Ay pena, penita, pena' de su madre, Lola Flores, de quien se conmemoraba el centenario de su nacimiento.