El Periódico Mediterráneo

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Entrevista
Luis Tosar Actor

“Hay una vuelta atrás en la cosificación de la mujer en el cine”

“‘Fatum’ tiene un guion poco habitual y poco convencional”, destaca el actor que da vida a un padre ludópata puesto contra las cuerdas en un atraco a un salón

Luis Tosar.

"Fatum”, la opera prima del director gallego Juan Galiñanes, llega hoy a los cines. Lo hace con Luis Tosar y Álex García de protagonistas en esta cinta de cine gallego. El lucense da vida a un padre ludópata que lucha por mantener unida a su familia. El intérprete canario es un policía que pelea por que su hijo logre un trasplante de corazón. Ambos confluyen en un atraco a un salón de juegos. Este thriller emocional y moral supone una montaña rusa para el espectador. Robo, tiroteo, dialéctica... y una trama que no aburre y que no para de plantear preguntas a nuestro corazón y cerebro. Conversamos con Tosar sobre este filme que llega hoy a las salas de cine comerciales.

–¿Qué fue lo que más le atrajo del guion de “Fatum”?–

Los giros que da. Es un guion poco habitual y poco convencional. Puede parecer un drama social en los primeros diez minutos pero te pega una vuelta para ser una peli de atracos. Cuando estás instalado ahí, vuelve a girar y se convierte en otra cosa de la que no hablo para evitar spoilers. En el último tercio de la película se plantean dilemas morales que poco tienen que ver con lo que vemos al principio.

–Usted da vida a Sergio, ¿cómo preparó el papel?

–Leí bastante sobre el tema y hablé con algún psicólogo que trata a ludópatas; pero no es una película sobre la ludopatía. Sergio es un tipo que está superado por su adicción.

Luis Tosar.

–¿Cómo fue trabajar con su compañera en la vida real, María Luisa Mayol, que hace de su mujer en el filme?

–Luisa y yo hicimos un trabajo previo de alejarnos de los personajes para distanciarnos del drama. Cuando eres padre, cuando los conflictos de la película tienen que ver contigo desde el punto de vista de la paternidad, hay que cuidarse.

–¿Lo dice porque sufre por llevarse algún personaje para casa?

–No es que los lleves para casa pero hay una cierta energía en los personajes que se instala en ti. No es fácil limpiarla día a día. Es un ejercicio que tienes que intentar hacer pero requiere trabajo. Puede ocurrir que uno de los dos esté más despistado al llegar a casa, puede tardar en ponerse en órbita. Que le pase a uno de la pareja, bueno; pero si le pasa a los dos es un problema porque hay un cristo en la familia [tienen dos hijos] que hay que atender.

–La película también gira alrededor de la responsabilidad. ¿Usted ha aprendido a ser más responsable o echa balones fuera?

–En la conformación del ser humano, uno se va a cargando de experiencias para lo bueno y para lo malo. Uno acepta que tiene que hacerse cargo de sus responsabilidades pero también te vas haciendo más zorro para escaquearte. A veces, no nos reconocemos en la problemática del momento. Es lo que le pasa a los personajes de “Fatum”, que no lo han asumido. A veces, nuestro problema es que no somos conscientes de donde estamos en cada momento. Llámale miedo a asumir que uno no es tan bueno o maravilloso como tiende a idealizarse.

Luis Tosar.

–La culpa está muy presente.

–Siempre hay una culpa pendiente. Las culpas no siempre se visualizan de manera clara cuando las cosas pasan. A veces, aparecen años después. La culpa es parte de nuestra educación y uno tiene que hacer un análisis profundo de si es una culpa judeocristiana o real. Es decir, si realmente podías haber hecho algo para mejorar y no lo hiciste porque no estaba en tus manos.

– “Fatum” también invita a reflexionar sobre qué es un asesino.

–Ese es otro melón que abre, sí. Mi personaje, Sergio, es un tipo tan desesperado por la culpa que la única forma que tiene de estructurar la idea es acusar a otro personaje de que no hizo lo que tenía que hacer. Lo hace por desesperación. No afronta que él entró en una sala de juego con sus hijos y que pasaron cosas por ello.

–¿Somos cada vez más esclavos del trabajo? A algún personaje se le echa en cara para qué fue a trabajar en sus circunstancias.

–Lo que pasa es que hablamos de un trabajo que no es normal, un francotirador de la policía. Hay muy pocos en España que se dedican a eso. Si yo no voy a rodar un día, monto un cristo importante. Pero si un tirador de élite no va, puede suponer que una situación a vida o muerte se resuelva bien o no.

–Una frase que se repite a lo largo del metraje y en diferentes bocas tiene que ver con el deseo de volver atrás y cambiar el sino. ¿Es una persona que piensa así?

–Muy pocas veces. No es un pensamiento que tenga. Por suerte, nunca me pasó algo tan grave. El resto son decisiones y los errores ayudan a conformar futuras decisiones que son más complejas.

–En este filme, se ve a mujeres jefas en puestos que eran impensables en películas dos décadas atrás. ¿Cómo ve la evolución?

–Se nota mucho y cada vez más. Tengo la sensación de que el cine empuja en ciertos roles que sirven como comunicación y estimulación para que las cosas se normalicen. Incluso internamente en el cine el papel de la mujer en puestos relevantes ha crecido. Pero queda mucho por hacer.

–¿Y sobre la erotización y cosificación de la mujer? –

Ahí no veo tanto avance, hasta te diría que vivimos una época con un pelín de retraso. Hay una hipersexualización para la mujer, y también para el hombre, en los productos y contenidos. Me da la impresión que es fruto de la cultura popular reinante, del mundo de la música. Hay una vuelta atrás.

–¿Cómo trabaja los personajes?

–Solo o con un coach. Hago ejercicios para el papel, no es solo memorización. Es un trabajo caótico y complejo. A veces me siento y en otras aprovecho cualquier circunstancia para darle una vuelta a una escena.

–Encadena trabajo tras trabajo desde hace años. Supongo que se siente afortunado.

–Totalmente. Es una profesión irregular. Me siento afortunado, en una especie de Olimpo. Somos una minoría en la profesión, por desgracia. Este es un momento paradójico, hay mucha producción pero mucha gente de la interpretación que no está trabajando.

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