Cómo la vida del impostor Enric Marco se convirtió en película: "Nos generaba una mezcla de fascinación y repulsión a la que costaba resistirse"

Jon Garaño y Aitor Arregi fueron burlados dos veces por el embaucador que se inventó a sí mismo como superviviente de un campo de concentración nazi, en sendos intentos de hacer un documental sobre él; ahora abordan por fin el personaje en 'Marco'

Enric Marco, en 2005.

Enric Marco, en 2005. / Carlos Montañés

Nando Salvà

Primo Levi, escritor de origen judío que sobrevivió a Auschwitz, aseguró que tenía miedo de convertirse en cronista profesional del Holocausto porque, decía, si repites la historia de un suceso lo suficiente, se convierte en mera sucesión de frases hechas. Y para comprobar qué justificados eran los temores del autor de ‘Si esto es un hombre’ (1947) es suficiente con pensar en Enric Marco, que se convirtió primero en héroe y luego en villano a base de banalizar la memoria y sustituirla por puro relato. "Él reivindicaba su derecho a hacer pasar por verdad sus mentiras porque era muy bueno contándolas, y porque con ellas hacía una gran contribución a la sociedad", nos cuenta el cineasta vasco Jon Garaño acerca del protagonista de la nueva película que ha dirigido junto a Aitor Arregi, 'Marco', que elucubra sobre la realidad de un hombre que convirtió su verdadera vida en el mayor de los engaños imaginables. 

"Cuando llegábamos a los campos de concentración en esos trenes infectos para ganado, nos desnudaban, nos mordían sus perros, nos deslumbraban sus focos", relató aquel hombre excéntrico y carismático el Congreso de los Diputados durante la celebración del 60º aniversario del fin de la II Guerra Mundial. Sucedió muy poco antes de que se descubriera que la dramática historia de vejaciones sufridas en el campo de concentración de Flossenbürg que llevaba tanto tiempo contando -años de discursos enardecidos y condecoraciones como la Creu de Sant Jordi- era completamente falsa, que se había inventado una vida como víctima y como superviviente.

Desenmascarado

La nueva película contempla al embaucador -extraordinariamente encarnado por Eduard Fernández- sobre todo durante las semanas previas al descubrimiento de su fraude, mientras se aferra a la presidencia de la asociación Amical de Mauthausen; es un hombre que ha llegado a creerse sus propias fabulaciones o, al menos, a convencerse de que con ellas ayuda a que se entienda la magnitud histórica del Holocausto. "Llegó a sumergirse de tal modo en la leyenda que había creado en torno a sí mismo que hasta se sorprendió cuando empezó a ser cuestionada, como si una historia tan solo necesitara ser bien manufacturada y suficientemente repetida para erigirse en verdad", explica Arregi. "Incluso después de ser desenmascarado gracias a la investigación que [el historiador] Benito Bermejo hizo pública en 2005, seguía contando embustes".

Un proyecto de 18 años

Junto con los guionistas Jorge Gil Munarriz y Jose Mari Goenaga, con quienes forman equipo creativo habitual, Garaño y Arregi pusieron en marcha el proyecto que acabaría resultando en ‘Marco’ hace nada menos que 18 años, mucho antes de darse a conocer internacionalmente gracias a títulos como ‘Loreak’ (2014), ‘Handia’ (2017) y sobre todo ‘La trinchera invisible’ (2019). Inicialmente, quisieron retratar al personaje a través de un documental. "Durante dos años, compartimos reuniones y horas de confidencias", añade. "Un día nos dijo que debía ir a Alemania porque, aunque no había sido prisionero en ningún campo de concentración, sí que estuvo preso en una cárcel común de Kiel y necesita unos papeles para acreditarlo. Quisimos acompañarlo, pero él se negó. Poco después, cuando ya estábamos a punto de rodar, nos confesó que ya estaba grabando un documental sobre su vida con otros cineastas". Se trata de ‘Ich Bin Enric Marco’ (2009), no ficción dirigida a medias por Santiago Fillol y Lucas Vermal, que mostraba a su objeto de estudio volviendo a la penitenciaría donde cumplió condena tras ser acusado de participar en actividades comunistas, y visitando el campo de exterminio que nunca antes había visto pero que tantas veces describió. 

Años más tarde, mientras los directores asistían al Festival de San Sebastián de 2010, Marco se les apareció de sopetón con una butifarra en la mano, que les regaló a modo de disculpa. "Quería retomar lo que él llamaba 'nuestro proyecto en común'; no había quedado satisfecho con el documental de Fillol y Vermal y quería que le hiciéramos otro", recuerda Arregi. "Le grabamos una larga entrevista de varios días, y acumulamos 15 horas de material". No tardaron en enterarse de que, mientras negociaba con ellos, Marco ya había empezado a colaborar con el escritor Javier Cercas en la preparación del libro que acabaría titulándose 'El impostor'. "Nos la había vuelto a jugar". Tuvieron que pasar varios años más, durante los que la idea inicial evolucionó hacia la ficción, para que la película pudiera empezar finalmente a hacerse realidad.

Fascinación y repulsión

¿Por qué mantuvieron vivo el proyecto los cineastas durante tanto tiempo y pese a tantos reveses? "Aquel hombre nos generaba una mezcla de fascinación y repulsión a la que costaba resistirse", confiesa Garaño. "Y una de las cosas que a mí me llamaba más la atención es la reacción que él tuvo al salir a la luz su engaño. En lugar de esconderse, hizo justo lo contrario: fue a todos los periódicos, televisiones y radios que lo llamaban, para contar su verdad. Y es inevitable preguntarse por qué". Conviene recordar que Marco había nacido en un psiquiátrico de Sant Boi (Barcelona), y que siendo un bebé le fue arrebatado a su madre; durante la niñez, a menudo no tuvo a su padre al lado, y creció en soledad. "Estaba falto de amor, quería que lo quisieran, y se creó un personaje que maravillaba a todo el mundo", comenta Arregi. "Después de lo sucedido, pretendía seguir hablando en los colegios acerca de los campos de exterminio pese a que todo el mundo sabía que no había pisado ninguno".

Hasta su muerte en 2022, con 101 años, nunca llegó a pedir perdón. "¿Qué crimen he cometido? ¿De qué me he aprovechado?", solía replicar al respecto. "También se defendía diciendo: ‘Soy un embustero, pero, ¿quién no lo es?’", prosigue Garaño. "Y en cierto sentido tiene razón. Después de todo, su historia ha ido cobrando cada vez más relevancia con el paso del tiempo, a medida que el valor de la verdad se ha ido poniendo más y más en tela de juicio". Consecuentemente, ‘Marco’ utiliza diversas técnicas visuales y narrativas para situarse de forma deliberada en ese espacio en el que la realidad y la fabulación se confunden. "Él solía decir que quién dice algo, y que ese algo sea cierto, es menos importante que cómo se dice. Y parece claro que el tiempo le está dando la razón".

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