Tiburones de ayer, hoy y siempre: 10 películas para entender la Bolsa

Dado que es un entorno en el que se ganan y pierden fortunas en un abrir y cerrar de ojos, y que ejemplifica tanto el poder corruptor del mercado como la histeria que emerge cuando grandes sumas de dinero están en juego, el mundo bursátil siempre ha sido un asunto cinematográfico atractivo, y el clima de inseguridad que reina estos días en el parqué gracias a Donald Trump es una buena excusa para repasar algunas de las películas que se han centrado en él. Parte del encanto de la mayoría de ellas es que toman las nociones esenciales del mundo de las finanzas, las hacen papilla y luego nos las ofrecen con una cuchara mientras hacen el ruido de un avión con la boca. Solo unas pocas, eso sí, proponen un final feliz para la ciudadanía de a pie.

GOLPE A WALL STREET (Craig Gillespie, 2023)

Recrea cómo, en enero de 2021, un grupo de pequeños inversores organizados en torno a Reddit -blogueros, amas de casa, ‘gamers’- llevaron Wall Street al caos tras disparar los precios de las cotizaciones de una tienda de videojuegos llamada GameStop, haciendo que los tiburones que habían intentado hundirla en Bolsa perdieran miles de millones. Intenta convertir el caso en evidencia del Poder del Pueblo a pesar de que ni fue una revolución ni alteró la jerarquía del mercado bursátil. Solo obligó a los ricos a buscar otras formas de serlo cada vez más.

EL LOBO DE WALL STREET (Martin Scorsese, 2013)

Jordan Belfort es la viva imagen del lado oscuro del capitalismo. A principios de los 90, montó una asesoría bursátil dedicada a vender bonos basura a inversores incautos, actividad con la que llegó a ganar más de 50 millones al año. Hasta su condena a 22 meses de cárcel por estafa y lavado de dinero, hizo muchas locuras: compró e hizo encallar un yate en el mar Mediterráneo, con un hidroavión y helicóptero a bordo; organizó lanzamientos de enanos en su oficina y visitó incontables suites presidenciales acompañado de prostitutas. Y tomó muchas, muchas drogas –Quaaludes y cocaína, principalmente--. Esta película cuenta su historia.

MONEY MONSTER (Jodie Foster, 2016)

Una de las pocas ficciones presentes en esta lista que no están inspiradas en una historia real. En ella, George Clooney encarna a un cínico sin escrúpulos que sale por televisión para dar consejos bursátiles sin pensar un solo instante en que sus palabras podrían arruinar a televidentes como el que, un buen día, irrumpe en su plató durante la emisión del programa con un revólver y un chaleco de explosivos. La película pretende exponer la incestuosa relación entre los grupos mediáticos y los holdings financieros, y la creciente brecha que separa a los que lo tienen todo de los que solo tienen deudas. 

LA GRAN APUESTA (Adam McKay, 2015)

Serviría de tutorial para quien quiera aprender a sacar tajada de un desplome del mercado de valores. Recuerda cómo, tras predecir la explosión de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, un grupo de francotiradores financieros se forraron apostando contra el mercado. Es muy ilustrativa a la hora de contextualizar el derrumbe de 2008, en parte porque explica la jerga bursátil en términos sencillos. En una de sus escenas, Selena Gomez aclara al espectador qué son los CDO sintéticos mientras juega al póquer y, en otra, Margot Robbie nos habla de bonos hipotecarios desde el interior de una bañera de espuma y con una copa de champán en mano.

WALL STREET (Oliver Stone, 1987) y WALL STREET: EL DINERO NUNCA DUERME (Oliver Stone, 2010)

En los años posteriores al estreno de ‘Wall Street’ -la primera película que retrató el glamur macarra y el peligro de la Bolsa- Oliver Stone lamentó que su villano protagonista, el ‘broker’ Gordon Gekko, se hubiera convertido no en una parábola sobre los males de la avaricia y la especulación sino en modelo de conducta para futuros economistas, que se apropiaron del mantra del personaje: la codicia es buena. Estrenada poco después de la caída bursátil y la catástrofe financiera global de 2008, la secuela quiso señalar con el dedo a quienes provocaron el desastre, lo exacerbaron y encubrieron. En un momento de la película, Gekko asegura que la avaricia está “en todas partes” y que “todos somos culpables” de lo sucedido, porque todos los ciudadanos “quisieron vivir por encima de sus posibilidades”. Ya le vale.

MARGIN CALL (JC Chandor, 2011)

Imagina qué debió de pasar en el seno de un poderoso banco de Wall Street durante las 24 horas previas al estallido de la crisis financiera de 2008, cuando Lehmann Brothers y otras compañías de inversiones vertieron al mercado miles de millones de dólares en hipotecas tóxicas para salvar el cuello. Probablemente, sostiene, muchos de sus ejecutivos ni siquiera tuvieran mucha idea de la naturaleza o las consecuencias de esas operaciones, y así lo deja claro Jeremy Irons en la piel de uno de esos tiburones, demandando constantemente a sus empleados que le expliquen “en cristiano” lo que está pasando.

INSIDE JOB (Charles Ferguson, 2010)

Ofrece una crónica lucidísima sobre las causas de la mayor recesión económica sufrida por Estados Unidos –y después en todo el mundo-- desde la Gran Depresión, que desde 2008 destruyó los puestos de trabajo, los hogares y la dignidad de millones de personas. En concreto, la atribuye a la avaricia y corrupción sistémicas derivadas de más de 20 años de difusión de la ideología de libre mercado, y advierte: aquello no fue un accidente sino un crimen, y si no les paramos los pies a sus responsables, seguirán cometiéndolo una y otra vez. 

ENTRE PILLOS ANDA EL JUEGO (John Landis, 1983)

Para determinar si el éxito en la vida es determinado por la genética o por el entorno, dos millonarios que poseen una consultoría de inversiones deciden intercambiar la vida de uno de los altos cargos de su empresa con la de un estafador callejero. Cuando estos últimos descubren el complot, urden un plan para arruinar a los ancianos en el parquet financiero, obligándolos a comprar a precios inflados en el mercado de futuros del zumo de naranja congelado y a tener que vender luego por una miseria. Explica con insólita claridad asuntos relacionados con el mercado de materias primas, el uso de información privilegiada y las complejidades de las estrategias comerciales.  

COSMÓPOLIS (David Cronenberg, 2012)

Fábula sobre el capitalismo protagonizada por un joven gestor de fondos que, mientras su imperio se derrumba, solo piensa en cruzar Manhattan a bordo de su limusina para cortarse el pelo. Durante el trayecto protagoniza exámenes de próstata, practica sexo urgente, enuncia alucinadas teorías financieras y, de vez en cuando, mira a través de los cristales ahumados para contemplar cómo la sociedad explota. Encarnado por Robert Pattinson, es un símbolo de esa élite amoral que manipula nuestras vidas con la indiferencia propia de un niño que va pasando pantallas de un videojuego que se sabe de memoria. 

MONEYBALL (Bennett Miller, 2011)

Parece una película sobre béisbol, y en buena medida lo es, pero también es otra cosa. Recuerda cómo, ahogado por limitaciones presupuestarias y la pérdida de varios de sus jugadores, el director general de los Oakland Athletics adoptó un revolucionario método estadístico para construir un equipo competitivo, que le permitió identificar jugadores infravalorados dotados de habilidades específicas y maximizar así el rendimiento de recursos limitados. En otras palabras, hacer lo que hace un buen inversor bursátil.