La cebolla, de la familia del ajo y del puerro, es un producto fundamental en la cocina mediterránea. Está presente en infinidad de preparaciones, guisos, estofados, caldos, salsas... Según la variedad a la que pertenezcan, las cebollas pueden ser de color blanco, amarillo o morado, y las podemos encontrar en todas sus variantes en los mercados municipales de nuestra ciudad.

Es un alimento ideal para nuestro organismo, ya que ayuda a depurar y estimula el apetito, regula las funciones estomacales y posee propiedades diuréticas.

VARIEDADES

La cebolleta se diferencia de la cebolla seca y de la cebolla tierna por no haber llegado a formar el bulbo. La cebolla tierna, verde o fresca es la misma que la seca pero con su bulbo menos desarrollado (parte del tallo verde es comestible). Se recolecta cuando aún no está madura y es menos picante y de sabor más suave que la seca. Si queremos aprovechar al máximo todas las propiedades de la cebolla lo ideal es tomarla cruda en ensalada, sobre todo cuando es tierna.

Al comprarlas, tenemos que tener en cuenta que estén secas, tersas, firmes, crujientes, protegidas por su piel y que no tengan brotes. Las guardaremos en un lugar seco, sin luz y bien ventilado, nunca en la nevera, salvo cuando esté troceada. Si queremos que nos duren mucho tiempo las podemos comprar en ristras y cogarlas. Si no queremos llorar al cortarlas hay un truco que nunca falla: Meterlas durante 15 minutos en congelador o 90 en la nevera y después cortar con un cuchillo bien afilado.

Las cebollas pican debido a un ácido que se forma al romper las capas. Pueden picar más o menos en función de la variedad, el suelo donde se cultivó, el riego que tuvo o la época de recolección.

La cebolla también ayuda a curar los catarros. Colocar una cebolla abierta en la mesita de noche ayuda a calmar la tos.