El yogur es un alimento completo desde el punto de vista nutricional, bajo en calorías, más digerible que la leche y rico en fermentos lácteos, ideal para el sistema inmunológico. En la cocina se usa para elaborar cremas, salsas, y también en postres, como sustituto de la mantequilla o nata, y también como aderezo para ensaladas y verduras.

Principalmente se obtiene de la leche de vaca y, en menor medida, de cabra y oveja. Elaborado por pequeñas queserías de nuestra provincia, se puede adquirir en los mercados municipales.

La palabra yogur o yogurt viene del vocablo turco yoghurmak, que significa espesar. Este producto se elabora con leche, añadiendo cultivos de bacterias fermentadoras, que convierten la lactosa (azúcar de la leche) en ácido láctico. La transformación espesa la leche, otorgándole una textura cremosa y un sabor ácido.

Este derivado lácteo se consume en todo el mundo, en postres, desayunos o platos de acompañamiento y es una gran ayuda para la salud. No obstante, su consistencia, sabor y aroma pueden variar de una región a otra.

En Asia también se elabora con leche de yegua, camella, búfala y burra, y en los Andes se utiliza la leche de llama. En cualquier caso, el tipo de leche afecta el contenido nutricional y de grasa.

Existen diferentes tipos de yogur, aunque el más consumido es el que conocemos en Europa o América, muy diferente al búlgaro, el de kéfir, considerado el mejor desde el punto de vista dietético por su excelentes propiedades. El gioddu, de Cerdeña, tiene sabor intenso y acidulzado de gran valor dietético; el kumis, del sur de Rusia, se prepara con leche de yagua, cabra o burra y es similar al kefir; y el griego, muy similar al clásico, es más compacto y graso. Mientras que el de kéfir se produce mediante reacción lacto-alcohólica (la lactosa se transforma en ácido láctico y alcohol), el yogur es solo láctica. H