Los rábanos llegaron posiblemente de China o Corea. Aunque se desconoce su origen exacto, se sabe que los egipcios y babilonios los consumían hace más de 4.000 años, y también los griegos y romanos. Hoy es en el Lejano Oriente donde más se consumen.

Los rábanos se clasifican por su forma y color. El rábano chino o japonés, conocido también como daikon, es cilíndrico y alargado, tiene color blanco y sabor suave. El rábano negro, o de invierno, es de forma cilíndrica y redondeada. Su piel es negra y muy difícil de digerir. Los rabanitos son una variedad de forma esférica, ovalada o cilíndrica, con piel de color rojo, rosado, morado o blanco, y su carne siempre es blanca. También se pueden clasificar en función de su época de cultivo: rábanos de primavera y rábanos de verano (alargados y más grandes que los primeros). Ambos se consumen crudos y se cultivan al aire libre. También hay rábanos de otoño que son de mayor tamaño, suelen cocerse antes de su consumo y se cultivan en invernaderos. Todos ellos podemos encontrarlos en los mercados municipales durante todo el año, pero los mejores son los de mayo, junio y julio.

PARA CONSUMIRLOS

En el frigorífico se conservan hasta siete días y no hay que lavarlos hasta el momento de su consumo. El rábano tiene un sabor ligeramente picante. Si queremos un sabor más suave los pelaremos, así se elimina el aceite esencial que se encuentra debajo de la piel y al que debe su sabor. Se consumen crudos, en ensaladas o como aperitivo, aderezados con aceite y sal, rehogados o como ingrediente de salsas de sabor intenso para acompañar las carnes.