Para comer unas buenas patatas bravas, uno de los mejores bares de Castellón es el Macameu. De hecho, a juicio de los miles de lectores que votaron en la encuesta que formulamos para tal menester, el restaurante situado en el Carrer Ximenez, detrás del Teatro Principal, es el mejor de toda la provincia a la hora de preparar esta sabrosa tapa. “Tenemos una clientela alucinante. Ganar esta encuesta me da hasta ganas de llorar porque lo hemos pasado mal y ahora nos sentimos muy queridos por la gente”, afirma Ester Martínez, propietaria del céntrico establecimiento de Castelló

¿Qué tienen las bravas del Macameu que las hace tan especiales? La cocinera y propietaria lo explica de la siguiente manera: “En primer lugar, la patata es de máxima calidad. La compramos en el Mercado de Abastos de Castelló en la parada de los Hermanos Ripollés, que siempre dan una calidad de 10. Después, a la salsa de ajonesa le ponemos ajo como si fuéramos a matar una ciudad de vampiros y perejil a tope. Las patatas también las especiamos con diferentes pimientas y un toque de orégano. Por último, a la salsa brava le ponemos tomate, una salsa brava y ñora”. A diferencia de otros bares, que apuestan por una única salsa para las patatas bravas, Ester apuesta por dos: “La gracia es combinarlas, refregar bien la patata en la ajonesa y ponerle además salsa brava para no perder la mitad del sabor”. 

Al margen de la materia prima “de primera calidad” que utiliza para todas sus recetas, el segundo ingrediente secreto en Macameu es “cocinar con mucho amor. Cuando las cosas se hacen con cariño e ilusión se nota en todo”. De hecho, el local en el que se sitúa este bar que cuenta con nueve empleados cuenta con una historia cuanto menos peculiar: “Esto antes se llamaba Mala Uva y antes la Arrocería de Nelo, pero antiguamente era un puticlub que se llamaba Élite. Aún nos viene gente mayor que nos dice que se corría fiestas aquí y yo pienso que fiestas no sé, pero corridas seguro”, bromea Ester con su inagotable sentido del humor.

Algo más que una cocinera

Para dar muestra de su carácter, solo hay que ver cómo Ester habla de la ‘competencia’. A escasos metros de Macameu se encuentra Eleazar, un conocido restaurante con más de cuatro décadas de historia sobre el que la protagonista de esta historia solo tiene buenas palabras: “Nos han ayudado a crecer y les admiro por todo lo que han conseguido. No puedo decir una mala palabra de ellos y nos llevamos muy bien. Como tengo gallinas esta semana misma les he dado un cartón de huevos. Al final hay clientela para todos y no vale la pena llevarse mal con nadie”. 

Imagen de las patatas bravas ganadoras del concurso organizado por Mediterráneo gracias a la participación de miles de lectores.

Lo cierto es que a Ester nadie le ha regalado nada y pese a contar solo con 32 años de edad tiene experiencia para dar y vender en el sector de la hostelería: “Comencé como camarera, pero vi que si quería llevar un bar tenía que saber cocinar, así que aprendí de mi madre y de mis abuelas, una de las cuales llevaba el bar de Las Pedrizas de Ribesalbes”. Ya en Macameu, la cocinera especialista en patatas bravas y un sinfín de platos más afirma que “los inicios fueron muy duros. Estuve casi dos años sin cobrar, pero he aprendido y mejorado mucho desde entonces”. Pese a este crecimiento, lo que no ha cambiado en la hostelera es su capacidad de trabajo: “Abrimos a las 8 de la mañana y cerramos sobre la una de la madrugada. Empezamos con los cafés, seguimos con los almuerzos, tenemos menú del día para comer y también damos cenas. No cerramos ningún día, abierto casi 24 horas al día los siete días de la semana”, bromea. 

Su mejor socio dentro y fuera del bar

Ester gestiona como cocinera Macameu junto a su marido Cristian, que es quien se encarga del servicio de barra. El bar cuenta con un aforo interior para 45 comensales, así como con 12 mesas en el exterior en el que caben otros 40 clientes aproximadamente. Uno de los puntos fuertes del restaurante es la comida a la brasa, una forma de cocinar de la que Ester no piensa desprenderse: “Me dicen que ensucia mucho, pero es que la comida no tiene comparación a la brasa. Nos sale una carne que es un espectáculo. Quien la prueba, repite”. 

Ciertamente el aspecto de la carne es inmejorable en unos platos no aptos para veganos, eso sí.

A la hora de recomendar algún plato más allá de las bravas, a Ester le pasa como a la madre de familia numerosa que no puede decantarse por ninguno de sus hijos: “Hacemos casi de todo, y todo bueno. Desde arroces y fideuás a ensaladas, parrilladas de carne, bocaditos de bacalao rebozados en tempura con alioli y miel, torraeta de anchoas, una sepia sucia que a la gente le encanta y que acompaño de unos boletus y alcachofas fritas…”. 

Algunos de los platos, bocadillos y hamburguesas que pueden degustar los clientes del Macameu.

Prosigue la cocinera con su enumeración destacando que comensales llegan a Macameu “desde Valencia solo para probar nuestras tellinas a la brasa. Les damos un toque cítrico con limón y naranja. La gente no lo sabe mucho pero al marisco le sienta casi mejor la naranja que el limón; yo lo aprendí de mi abuela”.

Las tellinas con cítricos y la sepia, entre lo más solicitado por los comensales del céntrico bar castellonense.

Asegura Ester que una de las confesiones que más le marcó se la dijo una amiga cuando le cocinó unos cangrejos: “Me dijo que le había llevado a la infancia y me dio las gracias por el viaje en el tiempo. Para mí eso es la cocina y no lo de algunos sitios de comer poco y sin sabor. Aquí cocinamos como antes y nadie se irá con hambre de Macameu”.

Los arroces y la fideuá no faltan en el menú diario del bar regentado por Ester Martínez y su marido Cristian.

Concluye la ganadora de la encuesta a las mejores bravas publicada por el Periódico Mediterráneo asegurando que “el margen de beneficio que tenemos es reducido porque solo trabajamos con productos de primera calidad. De jamón solo usamos ibérico de bellota y el pulpo por ejemplo lo acompañamos por una camita de patata trufada con trufa negra de Vistabella. No nos vale cualquier cosa”. ¡Habrá que probarlo!

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