La Carrasca ha sido premiado esta semana con la segunda posición en la Mejor Creación Autóctona del concurso de tapas de la Comunitat Valenciana. El Donut picante picante del restaurante La Xerna del Mar de Dénia (Alicante) ha sido el único a nivel autonómico que ha batido a Che, Quin churro, plato elaborado por Cati, cocinera de este restaurante de Culla y propietaria junto a su marido Miguel: “Ha sido una sorpresa la repercusión y la acogida que ha tenido”. La tapa en cuestión es un churro de masa tradicional relleno de crema de queso curado de la Quesería Els Masets de la Torre d’Embesora con un rebozado de avellana garrapiñada especiada y salsa brava casera con algarroba y verduras del huerto: “Ahora la pondremos en la carta porque ya son muchos los que nos han preguntado si pueden venir a probarla”. 

Podríamos decir que la historia de La Carrasca, que entre otros reconocimientos cuenta con un Solete Repsol, comenzó en Les Alqueries. Fue allí donde Cati aprendió todos los secretos de la cocina junto a sus padres, que regentaban el bar Campos, ubicado junto a la carretera N-340. “La Carrasca es lo contrario a aquel bar. Entonces cuando no escuchábamos coches salíamos a la puerta porque sabíamos que había habido un accidente, ahora salimos cuando escuchamos un coche porque estamos en una masía a ocho kilómetros de Culla y no hay muchos ruidos por aquí”.

Imagen panorámica del restaurante situado en un municipio encuadrado dentro de Los pueblos más bonitos de España.

Cati y Miguel forman un matrimonio bien avenido desde hace 30 años y están al frente de La Carrasca desde hace 16. “Siempre hemos trabajado juntos. Ahora yo estoy en la cocina y él está en la barra llevando la sala”, destaca Cati, que no se ha arrepentido en ningún momento del cambio de local. “En Les Alqueries abríamos a las seis de la mañana para comenzar con los cafés y cerrábamos sobre la una de la madrugada. Servíamos desayunos, almuerzos, comidas, meriendas, cenas y lo que se terciera”, recuerda.

En la actualidad su ritmo de vida es bien distinto: “Buscábamos algo diferente, en el campo, y lo encontramos en Culla. Esto es más tranquilo, aunque no trabajamos menos porque nos liamos igual”. Lo que sí difiere considerablemente es el horario en el que abren al público: “En verano abrimos todos los días, pero el resto del año abrimos viernes, sábados y domingos para almuerzos y comidas. Abrimos a las 10.00 y cerramos sobre las 18.00, aunque yo a las seis de la mañana ya estoy preparando cosas”.

La pareja cuenta con cinco empleados y el aforo es de 50 personas en el interior, con una considerable terraza, aunque uno de los rincones más importantes en La Carrasca, de los que no pueden presumir muchos restaurantes, está en el huerto que cuida Miguel con mucho mimo y dedicación: “Cultivamos tomates, pimientos, calabacines, berenjenas, lechugas, ajos, patatas… En invierno tenemos hasta calçots. Mi marido le dedica mucho tiempo y con lo que nos sobra hago mermeladas”. Por si fuera poco, otro componente de la familia, el perro Toby, está aprendiendo a buscar trufas por la zona. 

Los calçots recién recogidos del campo, a la mesa pasando por la brasa. Para chuparse los dedos.

Los platos más demandados

Cati reconoce que los comensales en La Carrasca disfrutarán sobre todo “de productos de temporada, desde la trufa a la cereza o los calçots”, pero su cocina va mucho más allá. La ‘maestra’ en los fogones de Cati fue su madre, aunque ha evolucionado mucho: “Desde que estoy en Culla me he podido formar mucho, he asistido a cursos para innovar”. La base, de todas formas, es la cocina y los guisos caseros de toda la vida. 

Imagen de la cocina de La Carrasca de Culla, donde Cati elabora todos sus guisos.

Entre los platos principales más demandados en este restaurante destacan la paletilla de cordero, las chuletas o el entrecot a la brasa, así como el conejo con caracoles, las manitas de cerdo o el tombet. “Todos estos platos los tenemos todo el año”. Como entrantes no faltan la escalibada con anchoas y avellanas, los chipirones con alcachofas o el jamón y quesos de Castellón. Y es que la apuesta por el producto local se palpa desde la carta de vinos: “Tenemos de Rioja o Ribera de Duero, pero sobre todo de la provincia.

El conejo con caracoles o las manitas de cerdo se encuentran entre los platos más demandados en esta masía convertida en condecorado restaurante.

Cati predica con el ejemplo, pues en su restaurante encontramos los siguientes ingredientes autóctonos: “De Culla tenemos la carne, el pan, las avellanas y el aceite, y también tenemos otro de La Jana. Los quesos son de Benassal y de Torre d’Embesora, y el jamón, de Villahermosa”. Pasamos a los postres –todos caseros como no puede ser de otra forma-, imprescindible la cuajada, normal o de turrón elaboradas con leche fresca de oveja; flan de almendra y algarroba, torrijas y sorbete de cereza si se ha apostado por una comida copiosa. Y para rematar la ‘faena’ no puede faltar el buen carajillo cremaet.

En la imagen, una cuajada, un salmorejo de cerezas y un trampantojo: las tostadas son bizcochos, el tomate es una crema de queso con turrón recubierta de mermelada de tomate y la trufa, chocolate con avellanas.

Para todos los bolsillos

En cuanto a los precios, destaca Cati que los almuerzos rondan unos 10 euros que incluirían el bocadillo, carajillo, bebida y un entrante por mesa. “Depende lo que se pidan, porque para almorzar ya ofrecemos la carta completa que incluye los platos de la comida”. Para las comidas, la media es de 25 a 30 euros por comensal, “aunque si se piden un vino de 20 euros como es lógico la cantidad se incrementaría”. En resumen, unos precios adaptados a casi cualquier economía, que no están reñidos con la primera calidad. Y por si fuera poco, en uno de los Pueblos más bonitos de España: “Culla merece por lo menos una visita. Quien viene, repite”. Pues habrá que ir.

Algunas de las verduras que Miguel recolecta en el huerto y que después disfrutan los clientes de La Carrasca.

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Miguel y Cati recogieron esta semana el premio a la segunda mejor tapa de toda la Comunitat Valenciana.