José María Bou es un camarero jubilado que nació en Villahermosa. Quedó huérfano de madre a temprana edad y al contar con otros cuatro hermanos tuvo que hacer las maletas para buscarse el pan por Europa. Trabajó en países como Alemania, Andorra o Reino Unido, donde llegó a servir a la mismísima reina de Inglaterra recientemente fallecida. Cuando se instaló definitivamente en la provincia, hace ya casi 50 años, paró con su bici en un bar de Alfondeguilla donde “conoció a una rubia molt templà, mi madre, y desde entonces no se ha movido del pueblo”, destapa con su habitual simpatía Tere Bou, hija de José María.

Tere y Belinda son a día de hoy las hermanas que gestionan el bar Les Cholines de Alfondeguilla. Su madre, María Teresa Salvador, fue la primera que trabajó en el bar y la que se lo quedó tras un tiempo como empleada, dando nombre al mismo. Así lo explica Tere: “La familia de mi madre tenía ganado y a mi bisabuela en el pueblo le llamaban La Cholina como mote por silbar a las ovejas; de xiulit viene xolina”. 

Siguiendo con la historia del bar, elegido como uno de los mejores de la provincia para almorzar en una reciente encuesta en Mediterráneo, así como reconocido el pasado fin de semana con un Cacau d’Or, Tere Bou recuerda que su madre “se quedó el bar antes de que yo naciera. Tengo 43 años, así que se puede decir que lo tenemos toda la vida”. 

Senderistas, vecinos, ciclistas y gentes de buen yantar llegados desde varios puntos conviven a diario en los almuerzos de Els Cholines.

Una hamburguesa de las de antes

En la actualidad son las hermanas Bou las que regentan en laureado establecimiento, que de lunes a domingo solo cierra los miércoles. “Antes no cerrábamos nunca. Imagínate cómo estaba el panorama que cuando tomé la comunión con 8 años me tuvo que llevar mi tío porque mis padres, que son los mejores del mundo y a los que quiero con locura, no me pudieron acompañar porque estaban trabajando. Cuando acabó la ceremonia vine al bar, me quité el vestido y me puse a ayudar”, recuerda Tere, con más añoranza que acritud.

Entre la clientela de Les Cholines “los fines de semana vienen sobre todo senderistas, turistas y ciclistas; estar en la Serra d’Espadà hace que el pueblo tenga mucha vida”. El bar abre a las 7.00 y cierra sobre las 20.30, aunque los fines de semana también realiza servicio de cenas, donde son más que populares sus hamburguesas, reconocidas también en una encuesta de este periódico como una de las mejores de la provincia: “Las hacemos solo para cenar y sí viene gente de fuera a probarlas. Son de carne del terreno, de una carnicería de mucha calidad de la Vall; el pan lo traemos de Castelló en forma de hogaza de pueblo; y ponemos cebolla, tomate restregado y a lonchas, queso, huevo y bacon”. 

Mucho más que un bar

Les Cholines es por tanto un bar de almuerzos, pero también destaca por sus cenas, en las que sobresale su hamburguesa. No se puede obviar su buena mano con las paellas, los carajillos y por si fuera poco es administración de Lotería. ¿Dan para algo más? Pues sí: “La gente mayor del pueblo antes de la pandemia comía el catering del colegio, pero cuando cerró la escuela por el covid me llamó el alcalde para que cocinara para la gente mayor y como no sé decir que no, ahí sigo”. Y es que el colegio ha vuelto a abrir, pero los fieles clientes han preferido la cocina de Les Cholines: “Les hago comida casera, sobre todo de cuchara. Desde olla a pasta, puré, arroz, legumbres. Ahora son 25 y algunos me dicen que con lo que les preparo tienen para comer y para cenar”.

Las paellas son imprescindibles los domingos en Les Cholines.

Tere invita a los lectores de Mediterráneo no solo a que almuercen en su bar sino a que visiten Alfondeguilla: “Es un pueblo precioso, en plena Serra d’Espadà, entre Castelló y València, a cinco minutos de una ciudad como La Vall que lo tiene todo y a 20 minutos del mar. No se puede pedir más”. Entre otros atractivos se encuentran sus bares, pues pese a contar con unos 800 habitantes en este municipio y a cuentan con dos bares con Cacau d’Or que reconoce a los mejores templos del ‘esmorzar’ a nivel autonómico: “Los días que damos más almuerzos llegamos a 160 ó 180 en varios turnos, pero también hay días de 30... Lo que sí viene es mucha gente de fuera”.

Comida para todos

Entre las premisas de los almuerzos de Les Cholines está la de no quedarse con hambre. “Todo lo hacemos al momento. Por las mañanas preparo tortillas, las que nunca faltan son la de patata y la de ajos tiernos, pero también hacemos de champiñones, calabacín, habas o alcachofas, como tenemos huerto depende de la época”, reconoce al tiempo que añade que no tienen ni carta: “La carta somos nosotras. Por encargo podemos preparar cualquier cosa, desde callos o manitas a codillo, cualquier arroz, carrillera… y después tenemos carnes, arroces...”.

Tampoco fallan los bocadillos o raciones con ternera, embutido, bacalao frito… En cuanto a precios: “Preparamos una mesa con cacaus, olivas y alioli. Después si pides medio bocadillo, una consumición y un café el precio es de 7 euros; si el bocadillo lo pides entero sube 50 céntimos y si lo pides en plato sube a 8. El extra por el perolet de carajillo es de 50 céntimos”.

¿Qué es el perolet? Básicamente es el nombre por el que se conoce al recipiente de barro en el que preparan el típico carajillo de Les Cholines: “Al estar en la Serra d’Espadà no puede faltar la miel de mil flores, que la compramos a un apicultor del pueblo. Gastamos unos 30 kilos de miel al mes, por lo que teniendo en cuenta que cerramos los miércoles sale más de un kilo al día”. Los carajillos, obra de Tere, se preparan “siempre al momento, como todo aquí”. 

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