Cuando se le pregunta a Ángeles Fuentes, propietaria de La Bolera de la Vall d’Uixó, por el porqué miles de usuarios votaron por su bar en la reciente encuesta a mejor almuerzo publicada por Mediterráneo, asegura que su punto fuerte es la relación calidad-precio. “Habrá sitios más económicos y otros en los que se puede comer más bien, pero seguramente serán más caros. Además tenemos una gran cantidad de platos para elegir; es imposible que no guste ninguno”, confirma.
Lo cierto es que los precios de La Bolera son más que ajustados –“mientras podamos no los vamos a subir, aunque ahora todo es más caro y el margen se ha reducido mucho”-, pues estamos hablando de un almuerzo con medio bocadillo, bebida y café por 4,50 euros, subiendo un euro si pedimos el bocadillo completo o hasta 6,50 si pedimos la comida en plato, con un suplemento de 50 céntimos por carajillo. Si hablamos de menú de comidas el precio es de 12 euros entre semana, 16 los sábados y 16,50 los domingos: “Tenemos unos 12 primeros a elegir, otros 12 segundos y 16 postres, la mayoría caseros”.
La gran alternativa de platos a elegir es el segundo punto fuerte del popular bar de la Vall d’Uixó. Y es que podemos encontrar casi cualquier cosa en una barra compuesta por all i pebre, migas, manitas de cerdo, embutidos, callos, morro en salsa, carrillada, chipirones a la plancha o rebozados, solomillos de pollo al roquefort, solomillo a la pimienta, albóndigas, huevos rotos, berenjenas rebozadas, pimientos, champiñones, alcachofas, pisto... “Muchos mezclan tres, cuatro o cinco cosas”, destaca Ángeles, que a sus 61 años sigue al pie del cañón de un negocio que regenta su familia desde 1974, aunque abrió sus puertas en 1970.
Tres recetas de éxito
Entre los platos más solicitados por la nutrida clientela de La Bolera, que llega a despachar un centenar de almuerzos al día los fines de semana, se encuentran el all i pebre, las manitas de cerdo y las migas. Nos centramos en este último en primer lugar, pues la receta proviene de Albacete, concretamente de Hellín (Albacete), donde nació Ángeles y donde vivió hasta los tres años, cuando su familia se asentó en La Vall d’Uixó. “Muchos de los que nos la piden dicen que les recuerda a las que le hacía la abuela. El secreto para unas buenas migas está en la paciencia a la hora de cocinarlas. Yo lo aprendí de mi madre”, descubre.
Para preparar las famosas migas de La Bolera “en primer lugar hay que poner pan duro a remojo poco tiempo y después escurrirlo. Se sofríen unos ajos en una sartén ancha y se quitan para poner el pan, que se tiene que ir friendo poco a poco hasta que se haga miga. Una vez está todo ya desmigado se ponen los ajos, sal y acompañamos con bacon, pimiento frito y huevo”. Menos tiempo destina Ángeles a la preparación de su no menos famosas manitas de cerdo: “Primero hay que cocerlas para que queden bien blanditas. Después se sofríe con el pimentón, un poco de picante, agua, caldo de pollo, orégano, tomillo y un picadito que tenemos también para el all i pebre que lleva frutos secos como almendra o cacahuete, ajo, pan, galleta y agua. Servimos con los guisantes y quedan muy tiernas y buenas”. Para chuparse los dedos.
Para concluir su recetario Ángeles nos enseña a preparar su all i pebre. Así elaboran esta exquisitez en La Bolera: “Ponemos dos gotas de aceite para deshacer el pimentón dulce en la sartén. Lo sofreímos con cuidado para que no se queme y ponemos agua, caldo, pimienta negra y la anguila para que empiece a hervir. Metemos también dos guindillas cayenas picantes y la patata, que está pochada previamente en la freidora y acompañamos con el picadillo para rematar”.
“El ron es ahora el rey del carajillo”
Para concluir un buen ‘esmorzaret’ en Castellón no puede faltar un buen carajillo. Afirma la propietaria del bar de la Vall que “el que más se sirve ahora es el de ron. Antes pedían más el de coñac, pero ahora el de ron es el rey al menos en mi local”. Junto con el azúcar, el ron quemado y el café -que forman los tres colores característicos de esta bebida tan autóctona-, no faltan en La Bolera dos granitos de café y un trocito de limón.
Pese a que la mayoría de los clientes, que llegan desde casi todos los puntos de la provincia, piden el almuerzo más en plato que en bocadillo, “hacemos el bocadillo a demanda; desde chivitos a tortillas, sepia, chipirones… lo que quieran”.
En cuanto a los horarios, Ángeles comienza a cocinar a las 7.00 horas porque la práctica totalidad de los guisos se elaboran el mismo día, aunque los almuerzos empiezan sobre las 8.30 y los fines de semana se alargan en ocasiones hasta las 12.30. El turno de comidas empieza a las 13.30 y ya han prescindido del servicio de cenas: “Antes hacíamos dos turnos, pero aunque tengo buen equipo la gente se cansa de la hostelería y si después de las comidas tienen que volver se queman mucho, así que nos conformamos ya con almuerzos y comidas”.
Y es que Ángeles no oculta que por más que le guste su trabajo, a sus 61 años “se hace cuesta arriba llevar el local sola. Mis dos hijas tienen buenos trabajos y estoy acompañada por tres camareras y una cocinera”.
Más que bolera, exbolera
El nombre de La Bolera no tiene mucho misterio como nos desvela la propia protagonista de este bar: “Antes era una bolera. Se montaban los bolos a mano, no había nada automático, pero mi padre al ver que el bar se quedaba pequeño decidió prescindir de los bolos aunque se mantiene el nombre”.
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