A la hora prevista suena mi móvil y en la pantalla puedo leer Número privado. Al descolgar escucho cuatro palabras: «Hola Javier, soy Robe». A partir de ese momento, Robe Iniesta se muestra cercano y jovial a la hora de contestar a las preguntas de Mediterráneo sobre la única parada que va a hacer en Castellón de la gira Ahora es cuando.

La cita será el sábado a las 22.30 horas en el Recinto Multiusos de Onda, una oportunidad para paladear las canciones de Robe en solitario, incluido Mayéutica --su último disco--, así como algunos de los himnos de Extremoduro.

‘Ahora es cuando’ por fin visita la provincia de Castellón. ¿Cómo está funcionando la gira?

Estupendamente, la gente está disfrutando mucho y nosotros sobre el escenario también. En esta gira hacemos una primera parte más tranquilita para entrar en ambiente con alguna sorpresa; y en la segunda, tocamos entero Mayéutica y también temas de Extremoduro. También habrá un adelanto de mi próximo disco que saldrá el próximo año.

En cierto modo ‘Mayéutica’ es heredero de ‘La ley innata’, publicado en 2008 y una de las obras cumbre de su carrera. ¿Qué diferencias hay entre los dos discos?

Mayéutica está concebido para el directo y La ley innata estaba más hecha para el disco y nunca la tocamos entera como sí hacemos con este último trabajo. Cuando una canción la tocas y la tocas, la vas dirigiendo más al directo y gana. La gozamos tocando y aunque son más de 40 minutos se nos hace corta. En la próxima gira será una pena no poderlo tocar entero. Tenemos tanto fondo de armario que ya tenemos discusiones sobre qué canciones hemos de incluir en cada directo. Y ese también es uno de los motivos de la larga duración de los conciertos.

Aunque pasen los años a usted le sigue precediendo la leyenda de los transgresores años 80 y 90. ¿Echa de menos aquellas giras tan frenéticas?

De mí todo se exagera y con 60 años me tengo que cuidar mucho, no voy a estar tan colgado como antes. Hay que evolucionar. Ahora siempre voy con mucho ojo, sobre todo con la garganta y los aires acondicionados. Es una parte delicada de mi trabajo y no me mola hacer un concierto a medias. Esta gira lo estoy llevando muy bien y solo en el primer concierto tuve que ir con corticoides porque había estado haciendo muchas entrevistas en Madrid. No se notó.

Con tanto bagaje, ¿mantiene la tensión antes de subirse delante de su público?

Sí, me sigo poniendo nervioso, aunque no sé si verdaderamente son nervios o ilusión. A día de hoy para mí continúa siendo una alegría comprobar cómo mi trabajo gusta al público.

El sábado en Onda volverá a haber entre el público desde amantes del rock veteranos a treintañeros con sus hijos pequeños. ¿Cómo valora su vínculo con una audiencia tan variada?

Lleva pasando desde hace tiempo y es curioso. También destaco a los grupos de jóvenes de 16 o 18 años que van sin sus padres... Vemos gente muy diferente entre sí. Que haya tantos perfiles de público fue una de las razones para que dividiéramos las pistas de los conciertos en dos partes, una para los más tranquilos y otra para los más marchosos. Antes, las filas delanteras eran la guerra, pero ahora hay mucha gente que también prefiere estar cerca del escenario disfrutando de otra forma. La mezcla de edades es un orgullo.

Una de las tendencias de la música actual es la de los colaboraciones entre artistas, una moda en la que no suele prodigarse. ¿Tiene alguna prevista?

No. Soy un poco difícil para las colaboraciones. Creo que no soy un cantante al uso que coge cualquier cosa y la canta, y no hablo de que el tema sea mejor o peor. Solo hago lo que me emociona, si no me siento ridículo.

¿Qué música suele escuchar?

Oigo poquita música en general. El primer propósito de lo que hago es sorprenderme a mí mismo para poder sorprender a los demás. Mi intención siempre es hacer algo original, que no se haya oído nunca y, a veces, escuchar música me enriquece, pero otras me contamina. Ahora, por ejemplo, tengo muchas canciones en la cabeza para el próximo disco que lanzaremos en el 2023.