Cientos de castellonenses se sentaron ayer en los tendidos de València para presenciar la primera corrida del abono fallero. Había alicientes para ello: la inclusión de Varea en el cartel, que sustituía al herido Fortes, y el encierro de Victorino Martín, tan querido en esta tierra. Hasta el mismísimo presidente de la Diputación, Javier Moliner, que compartió burladero con su homólogo en Valencia, Toni Gaspar, a los que su afición a los toros hizo olvidar su distanciamiento ideológico. Es lo que tiene esta Fiesta, ajena a cualquier color político pese a que algunos se empeñen en todo lo contrario.

Varea mató la corrida de Victorino con solvencia y sin traicionar su concepto. Era su primera corrida de la temporada y, pese a ello, se mostró en la plaza despierto y con muy buena actitud. Sus dos faenas no acabaron de estallar, pero las perfumó de ese toreo cargado de personalidad. Fue ovacionado en sus dos toros.

A su primero lo recibió con arrebatadas verónicas, una de ellas más acompasada. Fue bueno el victorino, que humilló y tomó los engaños con buen son, virtudes que potenció Varea con un toreo asentado y sin dudas, convencido y encajado. Los muletazos sobre ambas manos tuvieron gusto y torería. Importante la sutileza de los cites y la manera de embarcar con la bamba de la muleta, siempre rompiendo los muletazos atrás, a pesar de que el viaje del animal no era demasiado largo. Hubo calidad en los remates y los cambios de mano. Cuando tenía amarrado un posible premio, la espada le cayó baja y todo quedó en una ovación.

A su segundo lo saludó con una larga en el tercio, poco habitual en su repertorio capotero. El quite por verónicas fue de lo mejor de su actuación: el ritmo, el compás, la enjundia... y la media belmontina enroscándose todo el toro a la cintura, un canto a la belleza. Fue este quinto --se alternó el orden por la cogida de Chacón-- otro toro interesante. Poco a poco se fueron acoplando ambos protagonistas en una faena a derechas, que se fue apagando conforme se adormecía la embestida del victorino. Imposible al natural. El almazorense, de nuevo, mal con la espada, que sigue siendo su talón de Aquiles. A pesar de marrar con los aceros, fue sacado a saludar por la afición.

CHACÓN, VALIENTE

Rafaelillo sacó recursos para lidiar sus dos toros, más dulce su primero, más duro de roer su segundo. Lo más emocionante llegó con Octavio Chacón, que fue cogido por su tobilero primero y quedó prendido del pitón durante unos angustiosos segundos. A pesar de la cornada en el escroto, se mantuvo en el ruedo en un epílogo épico de faena. Mató de una gran estocada que por sí sola valió la oreja. A pesar de ser intervenido en la enfermería, salió a matar al sexto y dejó notables momentos, con un astado de poca transmisión.